Para seguir con el rito tan sagrado de la Santa Liturgia, es necesario confesar que todos creemos en la misma fe que la iglesia estableció en los 2 primeros concilios ecuménicos. El sacerdote invita a los fieles a repetir lo que se les ha enseñado: a profesar la verdadera sabiduría.
La tradicional exclamación al Credo en la Divina Liturgia es:
¡Las puertas, las puertas! ¡Con sabiduría, estemos atentos!
La llamada “las puertas, las puertas” tiene más de un símbolo:
1… Las puertas a que se refieren son las del TEMPLO, que antiguamente los diáconos cerraban una vez que los catecúmenos habían salido, estos se aseguraban de que nadie no bautizado permaneciera dentro y de que ningún catacúmeno entrara desde ese momento.
Sólo los fieles bautizados permanecían en la congregación litúrgica, así protegiendo el carácter místico de la Eucaristía.
2… Hoy en día, es más un recordatorio espiritual, que invita a los fieles a “vigilar y cerrar las puertas del corazón a toda distracción” o pensamiento vano, para poder concentrarse en el misterio que se está celebrando.
“Con sabiduría” … no se refiere a la inteligencia humana, sino a la Sabiduría divina, a través del Espíritu Santo, que se va a proclamar: el símbolo de nuestra fe.
“Estemos atentos” … es una llamada a la vigilancia interior para estar consciente de lo que confesaremos con concentración y reverencia.
Con otras palabras: “Ahora lo que vas a escuchar no son palabras humanas, sino la Sabiduría de Dios. Presta atención.”
El Credo es la única oración en toda la Divina Liturgia, además de la similar confesión personal antes de la comunión, en que se utiliza el pronombre personal de la primera persona singular, YO.
Durante todas las demás oraciones de la Divina Liturgia entera, la comunidad reza en el plural, “nosotros”.
Es solamente en este momento que cada individuo confiesa por sí mismo(a): CREO. Nadie puede creer por otro.
Si no se cree en este símbolo de fe, simplemente no se puede participar en la Divina Liturgia y en la Comunión, ya que esta fe es el requerimiento específico para ser miembro de la Iglesia.
En la Iglesia Antigua había varios credos, pero principalmente se asociaban con la catequesis y el bautismo. Con la aparición e intensificación de las herejías (=falsas enseñanzas acerca de Dios), fue necesario componer una confesión de fe más completa y dogmáticamente intachable, que pudiera ser utilizada por toda la Iglesia.
Este es nuestro niceno – constantinopolitano Credo, que refleja verdaderamente la esencia de la ortodoxia. Al rezarlo, nos “recordamos” brevemente lo principal de la doctrina cristiana.
Primer miembro del Credo…. EL PADRE
Segundo miembro del Credo…. EL HIJO
El Señor Jesucristo, el Hijo de Dios, el Unigénito, el engendrado antes de todos los siglos. No hubo tiempo dónde el Hijo no existía; nacido no creado. Si fuera creado no sería Dios; sería más “joven” y más “bajo” en la jerarquía que el Padre…. cosa que no lo es!
Es UNO en esencia con el Padre = homousios = consubstancial…. Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero.
Así como Cristo es Dios verdadero; en su encarnación fue Hombre verdadero en todo, menos en el pecado. Trabajó, experimentó frío, calor, hambre y sed. Fue tentado por Satanás, conoció las debilidades humanas, pero las venció, y las tentaciones no lo tocaron.
Si no hubiera SUFRIDO realmente por nosotros en la Cruz, vanos hubieran sido su sacrificio y nuestra salvación.
Cristo es consubstancial con el Padre en su divinidad y consubstancial con nosotros en su humanidad.
Se encarnó
Fue crucificado
Resucitó al 3er día
Y ascendió
Con su encarnación: Dios se hizo hombre, para que el hombre se haga Dios (= deificación).
Con su crucifixión: clavó nuestros pecados en su Cruz, así otorgándonos la salvación.
Con su resurrección: destruyó el poder del infierno, sacó de él a los que fallecieron en esperanza; y nos dio la fe y promesa de resucitar con Él.
Con su ascensión: subió al Padre por su humanidad, prometiendo mandar al Espíritu Santo. Por su divinidad, siempre estuvo con Dios Padre.
“y está sentado a la derecha del Padre” … debe entenderse espiritualmente. Estas palabras indican que el Hijo de Dios, la segunda Persona de la Santísima Trinidad, tiene el mismo poder y gloria que el Padre. “Yo y el Padre uno somos”: Juan 10:30.
“Y volverá con gloria, a juzgar a los vivos y a los muertos” … La primera venida a la tierra del Señor Jesucristo fue humilde. Él vendrá de nuevo, pero ya en GLORIA y como Juez, para juzgar nuestras obras.
Según Mateo 24:36: “Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino solo mi Padre”.
Además, para cualquiera de nosotros, cada día de nuestra vida puede ser el último, y tendremos que responder ante el Juez. Este facto hace claro lo importante que es estar PREPARADOS en cada momento, cuidando que nuestra vida sigua constantemente la voluntad de Dios.
“Y su reino no tendrá fin” … porque Dios es eterno.
Tercer miembro del Credo…. EL ESPÍRITU SANTO
En el Credo seguimos confesando nuestra creencia en la iglesia, nuestro bautismo, nuestra resurrección y la vida eterna.
** “En la Iglesia Una, santa, católica y apostólica” ...
UNA: debido a su Origen: UN Dios en Su Trinidad
“Fundador¨: el mismo Señor Jesucristo.
La iglesia no es el edificio, sino que está formada por los fieles unidos confesando la UNA fe verdadera. Los miembros de la iglesia somos los “terrenales” = vivos y difuntos y los “celestiales”: la Madre de Dios, todos los santos, la hueste celestial de los Arcángeles, Ángeles y todas las Potestades celestiales incorpóreas.
Todos formamos la Iglesia cuya cabeza es el Señor Jesucristo.
SANTA: Es de Dios y conserva su santidad. Jesucristo, el Hijo amado de Dios, dio su vida por la Iglesia para santificarla.
El Espíritu Santo actúa en ella, y por cuya gracia se realizan y santifican todos los Sacramentos y obras de la Iglesia.
CATÓLICA: proviene del adjetivo griego καθόλου (katholou), que significa «en conjunto», «de acuerdo con el todo».
La palabra “Católico” no se encuentra en el Nuevo Testamento. Es san Ignacio de Antioquia quien - hacia el año 110 – aplicó por primera vez este attributivo a la Iglesia (Carta a los de Esmirna 8,2). Originalmente significaba “la que expresa todo”, “la plenitud de la fe”, pero con el tiempo también a denominar su extensión por todo el mundo.
APOSTÓLICA: porque está edificada sobre el cimiento de los Apóstoles.
Los apóstoles ordenaron a diacones, sacerdotes y que a su vez siguen ordenando a diacones, sacerdotes y obispos.… y así sigue hasta hoy la sucesión apostólica en el Sacramento de la Ordenación.
** “Espero la resurrección de los muertos” … Después de la caída de Adán, el cuerpo humano perdió sus propiedades inmortales. En el glorioso día del juicio final Dios resucitará y restaurará los cuerpos de los muertos para pronunciar su juicio final. Volverá las almas de los muertos a los cuerpos que tenían antes de morir, es decir, revivirán; porque el hombre es cuerpo y alma… no solo alma.
** “y la vida del mundo venidero” ... Después del juicio, los pecadores no arrepentidos pasarán al eterno suplicio, mientras que los rectos pasarán a la vida eterna. Sus cuerpos se renovarán y se espiritualizarán a imagen de la resurrección de Cristo (2 Filipenses 3:20-21).
De esta manera comenzará el Reino de Dios, Reino de la Verdad, que no tendrá fin.
El Apóstol Juan el Teólogo vio en el Apocalipsis (21, 1) sobre los destinos futuros del mundo “un cielo nuevo y tierra nueva”. No habrá nada pecaminoso, inmundo, injusto en la nueva tierra. Tanto la naturaleza como la naturaleza humana serán renovadas.
**” Amén” … = así sea… testimoniamos así, que aceptamos firmemente la confesión de la fe ortodoxa ahora citada, la cual consideramos como verdadera.
NOTA: CONTINÚA EL TEXTO DE LA DIVINA LITURGIA DE SAN JUAN CRISÓSTOMO. Publicación de la Hermandad Ortodoxa “San Sergio” Buenos Aires 1998.
S: ¡Las puertas, las puertas!
Estemos atentos en la sabiduría.
SÍMBOLO DE LA FE
Comunidad y coro:
Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, de todas las cosas visibles e invisibles.
Y en un solo Señor Jesucristo, Hijo unigénito de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos, Luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, consubstancial al Padre, y por quien todo fue hecho. Quien, por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación, descendió de los cielos y se encarnó del Espíritu Santo y de María la Virgen, y se hizo hombre. Fue crucificado por nosotros en tiempos de Poncio Pilato, padeció y fue sepultado. Y resucitó al tercer día según las Escrituras. Y subió a los cielos y está sentado a la derecha del Padre. Y volverá con gloria, a juzgar a los vivos y a los muertos. Y su reino no tendrá fin.
Y en el Espíritu Santo, Señor, Dador de vida, que procede del Padre. Que con el Padre y el Hijo es adorado y glorificado y que habló por los profetas.
En la Iglesia Una, santa, católica y apostólica.
Confieso un sólo bautismo para la remisión de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo venidero. Amén.
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Si te has perdido alguna parte de esta serie:
Parte 1:
Parte 2:
Parte 3:
Parte 4:
Parte 5:
Parte 6:
Parte 7:
Parte 8:
Parte 9:























