Liturgia de los fieles (Himno a la Virgen hasta la Comunión)
La Divina Liturgia. Parte 13
La preparación para la Sagrada Comunión es la segunda parte de la liturgia de los fieles, y se centra en la petición de una recepción digna de los dones ya consagrados.
HIMNO A LA VIRGEN
Directamente después de la consagración, nos dirigimos particularmente a nuestra gran Intercesora, nuestra Virgen María como apoyo para que Dios reciba nuestra acción de gracia = Eucaristía.
Entre las invocaciones del sacerdote en voz baja, ora por la memoria de los Santos, vivos y difuntos.
Por los difuntos: el descanso de las almas y la herencia del Reino celestial junto a los Santos;
Por los vivos: la participación digna en la Comunión sin condenación, el perdón de los pecados, la paz y la gracias de ser dignos del Reino celestial.
Según los Santos Padres, este es el tiempo idóneo para recordar otra vez a nuestros difuntos.
San Kyrilos de Jerusalén:” creemos que sus almas se benefician mucho, porque tenemos ante nosotros el venerable Cuerpo y Sangre de nuestro Señor Jesucristo”.
El alma de nuestros difuntos están igual de presentes y participan en la liturgia, como nosotros los vivos. En la iglesia hay una unidad entre vivos y difuntos…que sólo están durmiendo, así como el cuerpo celestial. La única muerte que hay es la del pecado. Es nuestro deber de orar por ellos.
En la Proscomidia se recordaron primero los vivos y después los difuntos. Ahora se recuerdan los difuntos primero y en las siguientes oraciones a los vivos.
La iglesia cubre en sus rezos a todo el universo, es aquí dónde podemos recordar a nuestros vivos otra vez.
Rezamos el uno por los otros:
C: De todos y de todas.
Con esta oración, termina el sacerdote la serie de oraciones del sacrificio, que empezó poco después del Credo, cuando el sacerdote dice: “demos gracias a Dios”. Las oraciones empezaron y terminaron glorificando y alabando a Dios.
Después de bendecirnos y darnos el sacerdote:
"… las misericordias de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo… ", empieza el objetivo de la Santa Eucaristía: LA COMUNIÓN.
GRAN LETANÍA ANTES DEL PADRE NUESTRO
Entre todas las letanías, es en estas 2 súplicas donde se reflejan las dos maneras como actúa la gracia:
1… Por los preciosos dones ofrecidos y santificados, roguemos al Señor.
1ª… Primero sobre los dones ofrecidos consagrándolos, donde el ser humano no interfiere, ni puede impedirlo por no ser obra del poder humano.
2… Para que nuestro Dios, que ama al hombre, que los ha recibido en su santo altar, celeste e invisible, como un perfume de espiritual suavidad, nos envíe a su vez la gracia divina y el don del Espíritu Santo, roguemos al Señor.
2b… Segundo actúa sobre nosotros y aquí es necesaria nuestra preparación espiritual y conciencia limpia, para que la gracia divina que pedimos a Dios que nos envíe, no sea para nuestra condenación.
Recibiendo "la gracia divina y el don del Espíritu Santo”, Dios ha tocado nuestras vidas.
Después de todas las súplicas dichas de todo corazón, suplica el sacerdote:
“Y haznos dignos, Soberano, de atrevernos con confianza y sin incurrir en condenación, de llamarte Padre, a Ti, el Dios del cielo, y decir”: “PADRE”.
El Padre Nuestro es el modelo de la oración cristiana; es por excelencia la oración de la Iglesia; es la oración que el mismo Señor Jesucristo dio a sus discípulos, según el Evangelio de Mateo 6:9-13 y Lucas 11:2-4.
La Iglesia ha tomado en sus textos originales la versión de Mateo del Padrenuestro.
En las palabras de esta oración se encierra la altura, la amplitud y la profundidad del Evangelio y el propósito y significado de nuestra vida: que estamos llamados a ser los hijos amados del Dios único, verdadero y vivo.
La explicación del Padre Nuestro será, si Dios quiere, el tema principal en el próximo escrito.
***
Siguiendo la Santa Liturgia y después de haber invocado a nuestro Padre celestial; el sacerdote renueva la importancia de la “Paz a todos” ……
…. importante para seguir con el misterio.
Vuelve a recordarnos el sacerdote de que “Estemos atentos” .
Este llamado para estar atento es más firme que los primeros, ya que se trata ahora del Cuerpo de nuestro Señor.
La palabra “los santos”, se refiere al estado espiritual de perfección que tenemos que tener, para ser dignos de comulgarnos.
Viendo nuestra debilidad, los Santos Padres consideran el estado de “santo” también a la persona que tiene verdaderamente la buena voluntad, el arrepentimiento y trabaja en si para llegar a la perfección = santidad y así alcanzar la salvación.
La Santa Comunión es LA ayuda para alcanzar esta meta.
Sólo mientras permanecimos unidos a Cristo después de la comunión somos santos, nadie logra por si mismo la santidad.
Esto lo confirmamos respondiendo:
“Uno solo es Santo, un solo Señor, Jesucristo, en la gloria de Dios Padre. Amén”.
Ahora empieza la comunión de los sacerdotes en el altar. Esta parte de la Liturgia se llama “KINONIKON” = COMUNIÓN y el coro puede cantar diversos himnos, o se puede leer lecturas de las santas escrituras o los rezos de los fieles ante de la comunión.
✠
NOTA: CONTINÚA EL TEXTO DE LA DIVINA LITURGIA DE SAN JUAN CRISÓSTOMO. Publicación de la Hermandad Ortodoxa “San Sergio” Buenos Aires 1998.
Sacerdote en voz baja……
Para que sean, para los que las reciben, sobriedad del alma, remisión de los pecados, comunión de tu Espíritu Santo, plenitud del Reino de los cielos, confianza en Ti, y no juicio o condenación. Te ofrecemos también este culto razonable por los que han dormido en la fe: los antepasados, los Padres, los Patriarcas, los Profetas, los Apóstoles, los Predicadores, los Evangelistas, los Mártires, los Confesores, los Ascetas y por toda alma justa fallecida en la fe.
Sacerdote en voz alta:
Especialmente por nuestra santísima, inmaculada, enteramente bendita y gloriosa Soberana, Madre de Dios y siempre Virgen, María.
HIMNO A LA VIRGEN
C: Es digno en verdad celebrarte, oh Madre de Dios, Bienaventurada y purísima y Madre de nuestro Dios. Tú, más venerable que los querubines e incomparablemente más gloriosa que los Serafines, Quien sin mancha engendraste a Dios el Verbo, a Ti, verdaderamente Madre de Dios, te exaltamos.
Sacerdote en voz baja……
Por san Juan Bautista, Profeta y Precursor, por los santos gloriosos e ilustres apóstoles, par san N..., de quien celebramos la memoria, y por todos los santos. Por sus oraciones, oh Dios, inclina tu mirada sobre nosotros.
Y acuérdate, Señor, de todos los que se han dormido en la esperanza de la resurrección para la vida eterna (se hace aquí mención de los difuntos) y dales el reposo en el lugar donde resplandece la luz de tu Rostro.
Te suplicamos también; acuérdate, Señor, de todo el episcopado ortodoxo que dispense fielmente la palabra de tu verdad, de todos los presbíteros, del diaconado en Cristo y de todas las órdenes sagradas.
Te ofrecemos también este culto razonable por el universo, por la Santa Iglesia católica y apostólica, los que llevan una vida pura y honorable, por nuestra patria y los que la gobiernan: concédeles gobernar en paz, para que podamos, en la tranquilidad que nos aseguran, llevar una vida apacible y en calma, en toda piedad y dignidad.
Sacerdote en voz alta:
En primer lugar, acuérdate, Señor, de nuestro obispo N…..., concede a tu Santa Iglesia que viva largos días en paz, en buena salud, en el honor, y que sea fiel dispensador de tu palabra de verdad. Acuérdate, Señor, de todos y de todas.
C: Y de todos y de todo.
Sacerdote en voz baja……
Acuérdate, Señor, de esta ciudad, donde vivimos, de toda ciudad y de todo pueblo, y de aquellos que viven en la fe; Acuérdate, Señor, de los que están en el mar, de los viajeros, los enfermos, de los cautivos, de todos los que sufren y de su salvación. Acuérdate, Señor, de los que traen dones y hacen el bien en tus santas Iglesias, de los que piensan en los pobres y concédenos a todos tus misericordias.
Sacerdote en voz alta:
Y concédenos glorificar y cantar con una sola voz y con un solo corazón tu Nombre venerable y magnífico, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
C: Amén.
S: (bendiciendo al pueblo) Que las misericordias de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, sean con todos vosotros.
C: Y con tu espíritu.
GRAN LETANÍA ANTES DEL PADRE NUESTRO
S: Habiendo hecho memoria de todos los santos, una y otra vez, en paz, roguemos al Señor.
C: Señor, ten piedad.
S: Por los preciosos dones ofrecidos y santificados, roguemos al Señor.
C: Señor, ten piedad.
S: Para que nuestro Dios, que ama al hombre, que los ha recibido en su santo altar, celeste e invisible, como un perfume de espiritual suavidad, nos envíe a su vez la gracia divina y el don del Espíritu Santo, roguemos al Señor.
C: Señor, ten piedad.
S: Para ser librados de toda aflicción, enemistad, peligro y necesidad, roguemos al Señor.
C: Señor, ten piedad. (se canta lento para que el sacerdote alcance a leer la siguiente oración):
Sacerdote en voz baja……
Te ofrecemos toda nuestra vida y esperanza, ¡oh! Soberano que amas a la humanidad, y pedimos, suplicamos e imploramos: concédenos que comulguemos tus celestiales y temibles Sacramentos de este sagrado y espiritual Trono, con una conciencia pura, para el perdón de los pecados y de las culpas, para la comunión del Espíritu Santo, la herencia del Reino Celestial, para confianza ante Ti y no para nuestro juicio o condenación.
S: Socórrenos, sálvanos, ten piedad de nosotros y guárdanos, oh Dios, por tu gracia.
C: Señor, ten piedad.
S: Que todo este día sea perfecto, santo, apacible y sin pecado, roguemos al Señor.
C: Concédelo, Señor.
S: Un ángel de paz, guía fiel, guardián de nuestras almas y de nuestros cuerpos, roguemos al Señor.
C: Concédelo, Señor.
S: El perdón y la remisión de nuestros pecados y de nuestras transgresiones, roguemos al Señor.
C: Concédelo, Señor.
S: Lo que es bueno y útil para nuestras almas, y la paz para el mundo, roguemos al Señor.
C: Concédelo, Señor.
S: Terminar en paz y arrepentimiento el tiempo restante de nuestra vida, pidamos al Señor.
C: Concédelo, Señor.
S: Un fin cristiano, sin dolor, sin vergüenza, apacible, y nuestra justificación ante su temible trono, roguemos al Señor.
C: Concédelo, Señor.
S: Habiendo pedido la unidad de la fe y la comunión del Espíritu Santo, confiémonos nosotros mismos, los unos a los otros y toda nuestra vida al Cristo, nuestro Dios.
C: A Ti, Señor.
Sacerdote en voz baja……
A Ti encomendamos toda nuestra vida y esperanza, oh Soberano que amas al hombre, te invocamos, te rogamos y te suplicamos: haznos dignos de participar en los celestes y temibles Misterios de esta mesa espiritual y sagrada, con una conciencia pura, en remisión de nuestros pecados, para el perdón de nuestras transgresiones, para la comunión del Espíritu Santo y la herencia del Reino de los cielos, a fin de que tengamos la confianza de venir a Ti, sin incurrir en juicio o en condena.
Sacerdote en voz alta:
Y haznos dignos, Soberano, de atrevernos con confianza y sin incurrir en condenación, de llamarte Padre, a Ti, el Dios del cielo, y decir:
EL PADRE NUESTRO
Comunidad y coro:
Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. El pan nuestro de cada día dánoslo hoy, perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores, y no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del maligno.
S: Porque a Ti pertenecen el Reino, el Poder, y la Gloria, Padre Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
C: Amén.
S: Paz a todos.
C: Y a tu espíritu.
S: Inclinad la cabeza ante el Señor.
C: Ante Ti, Señor.
Sacerdote en voz baja…… Oraciones para Dios Padre:
Te damos gracias, oh Rey invisible, a Ti, que por tu poder inconmensurable lo has creado todo y que, por la abundancia de tu misericordia, has llevado todo de la nada al ser. Tú mismo, Soberano, inclina tu mirada desde lo alto del cielo sobre los que tienen la cabeza inclinada, no ante la carne o la sangre sino ante Ti, Dios temible. Por tanto, oh Soberano, allana los caminos que cruzamos, para que desemboquen en bien nuestro según la necesidad propia de cada uno: navega con los están en el mar, haz camino con los viajeros, cura a los enfermos, oh sanador de nuestras almas y de nuestros cuerpos.
Sacerdote en voz alta:
Por la gracia, la misericordia y el amor por los hombres de tu Hijo único con el que eres bendito, así como tu santísimo Espíritu, bueno y vivificante, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
C: Amén.
Sacerdote en voz baja…… Oraciones para Dios Hijo:
Oh Señor Jesucristo, Dios nuestro, escúchanos desde el trono de gloria de tu Reino, y ven a santificarnos, Tú que reside en el cielo con el Padre y que estás aquí invisiblemente presente con nosotros. Dígnate distribuirnos con tu poderosa mano tu Cuerpo inmaculado y tu Sangre preciosa y, por nosotros, a todo el pueblo.
Sacerdote en voz alta:
Estemos atentos. ¡Lo Santo, para los santos!
C: Uno solo es Santo, un solo Señor, Jesucristo, en la gloria de Dios Padre. Amén.
Ahora empieza la comunión de los sacerdotes en el altar. Esta parte de la Liturgia se llama “KINONIKON = COMUNIÓN” y el coro puede cantar diversos himnos, o se puede leer lecturas de las santas escrituras o los rezos de los fieles ante de la comunión.
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