En los servicios de Viernes Santo conmemoramos los sufrimientos del Salvador en la Cruz, su Muerte que, voluntariamente aceptó por nosotros y su funeral; así como la Confesión Salvífica = el arrepentimiento, hecho por el agradecido ladrón crucificado a su derecha.
La iglesia ortodoxa no lamenta la Crucifixión, sino que la glorifica, por ser la acción salvadora, gozosa y precedente a la Resurrección.
“Destruyó a la Muerte por la muerte” …. por esto, la Cruz se convierte en un instrumento de victoria.
En este día no se celebra la Divina Liturgia, ya que hoy el Señor se ofreció a Sí Mismo como sacrificio en la Cruz, y porque la Divina Liturgia, tiene la dimensión de la alegría y el gozo de la Resurrección.
Ayer, el Jueves Santo antes de la lectura del sexto Evangelio, que relata a Jesús clavado en la cruz, el sacerdote saca del altar una gran cruz, acompañada de incienso, velas e himnos como: “Hoy es colgado en el madero…” y coloca la Cruz en el centro de la nave de la iglesia.
Salimos del templo el Jueves Santo llevando su Dolor para regresar en la mañana del Viernes, y continuar celebrando a este Cristo crucificado presente para todos.
CRISTO CLAVÓ NUESTROS PECADOS EN LA CRUZ.
“¡Adoramos Tu Pasión, oh Cristo; Adoramos Tu Pasión, oh Cristo;
Adoramos Tu Pasión y Tu Santa Resurrección!”
En la Mañana del viernes celebramos el Oficio de las Horas Reales, que es un seguimiento preciso de las etapas de aquel día, desde que Jesús fue colgado sobre la Cruz hasta lo que aconteció después de Su Muerte.
Después del Oficio de las Horas Reales se celebra la Oración de las Vísperas, bajamos al Señor de la Cruz como lo hicieron José y Nicodemo acompañados del troparion: “El noble José…”.
“Cuando José de Arimatea Te bajó muerto de la Cruz, ¡Oh Vida de todas las cosas! Te ungió con aromas ¡Oh Cristo! y Te envolvió con un lienzo y era impulsado por el Amor a besar con el corazón y con los labios Tu cuerpo inmaculado, pero contenido por un temor reverencial, decía con alegría: ¡Gloria a Tu condescendencia, Señor, Amigo de los hombres!”
“Cuando fuiste depositado en un Sepulcro nuevo para salvar a todos, Salvador del universo, el Hades burlado, viéndolo, se aterrorizó, fueron rotos sus cerrojos, arrancadas las puertas; se abrieron las tumbas y se levantaron los muertos, entonces Adán, lleno de gratitud, alegrándose Te exclamó: ¡Gloria a Tu condescendencia, Señor, Amigo de los hombres! ”
Una vez retirado Jesucristo de la Cruz se lleva a la mesa altar donde se encuentra ya el epitafio. La mesa del altar simboliza ahora el Gólgota.
El epitafio en sí, es una tela bordada con la imagen de Cristo envuelto en un sudario preparada para el entierro.
Cerca del final del servicio, se lleva el epitafio en una procesión solemne precedido por velas e incienso hasta una mesa preparada en medio del Templo, que representa el Sepulcro de Cristo, así simbolizando su entierro.
Una vez colocado el epitafio se decora con muchas flores, que se reparte a los fieles al venerar a Cristo en la Tumba.
Con la conmemoración del Epitafio contemplamos “la Providencia cumplida con la Muerte”, para nuestra salvación.
En el tercer oficio de este día Viernes Santo = los Maitines del Sábado, alabamos con los himnos fúnebres el misterio de la Muerte se Jesús.
Luego, es traído de vuelta a la iglesia y llevado a través de las Puertas Reales al Altar como un símbolo de que el Salvador permaneció inseparable de Dios Padre, y que con su sufrimiento y muerte Él nuevamente abrió las puertas del Paraíso.
Así terminamos este día con Cristo en el Sepulcro y esperando su Resurrección al tercer día…. el camino a la Resurrección y la salvación pasa por el Gólgota.
¿Qué hacemos hoy para acompañar espiritualmente a Jesús en su Pasión?