Sábado de los difuntos
Nuestra Iglesia conmemora el sábado (22/02/25) antes del domingo del Juicio Final = el tercer domingo pre–cuaresmal, a sus miembros difuntos.
Mientras que nosotros los vivos podemos rezar por nuestra salvación, los difuntos no pueden hacerlo; pero la Madre Iglesia no cesa de preocuparse por la salvación de las almas de TODOS sus miembros. La muerte fue vencida en Cristo Jesús y ya no nos separa, todos somos un solo cuerpo en Cristo.
En este día, el “Sábado Anterior a la Abstinencia de la Carne”, los Santos Padres dictaron la Conmemoración de todos los difuntos, con la esperanza de la vida eterna.
Tenemos constancia de que todos los difuntos reciben el beneficio infinito de la oración por diversas fuentes; entre los muchos testimonios:
San Macario de Egipto… tenía la costumbre de rezar por todos los difuntos. Pedía a Dios que le revelase si su oración producía algún fruto.
Un día mientras andaba por el desierto encontró un cráneo y le preguntó si recibían las almas algún consuelo y el cráneo respondió: “Padre, cuando ruegas por los difuntos, recibimos un gran consuelo”.
San Gregorio el Teólogo… en su oración fúnebre por su hermano Cesáreo, afirmó que las súplicas por los difuntos son beneficiosas para ellos.
San Juan Crisóstomo dice… “Vamos a darles a los difuntos toda la ayuda que podamos: limosnas y ofrendas en la iglesia en su nombre, porque esto les proporciona grandes beneficios”.
Sobre el estado del alma después del Juicio Particular, nuestra Iglesia nos enseña:
“Creemos, que las almas de los muertos se regocijan o sufren según sus obras, al separarse de sus cuerpos, ellas inmediatamente van hacia la alegría, o hacia las penas y el sufrimiento: o sea no sienten ni el bienestar total, ni el total sufrimiento, ya que el total bienestar o el total sufrimiento cada uno lo recibirá después de la resurrección de todos, cuando el alma se una con el cuerpo, en el cual vivió virtuosamente, o viciosamente” (Epístolas de los Patriarcas Orientales sobre la fe ortodoxa, 18).