Durante estos días conmemoramos muchos mártires en nuestra Iglesia… pero ¿Qué es un Mártir?
La palabra Mártir significa “testigo”, con otras palabras, dar un testimonio… en este caso: un testimonio de amor a Dios.
Los mártires pertenecen al grupo de Santos, que han ofrecido el máximo testimonio de amor a Dios, imitando en todo la Pasión de Cristo, que dio su vida por nosotros.
Igualmente, estos mártires estaban dispuesto a cargar la Cruz con Cristo derramando su sangre y muriendo, antes que traicionarlo.
Esta profunda e íntima unión con Cristo, era una decisión libre; muchos Santos pidieron a sus Padres espirituales la bendición para ir a dar testimonio de la palabra de Dios en lugares peligrosos, acogiendo con agrado el martirio.
Otros se negaron rotundamente a renunciar su fe en Cristo, a pesar de que se les ofrecían grandes gratificaciones en cambio, y se les amenazaban con las horribles torturas hasta la muerte.
Los mártires fueron en los primeros siglos perseguidos y terriblemente torturados… crucificados, decapitados, despellejados vivo, matados al filo de espada, tirados al mar, quemados, alanceados, arrojado a los leones, etc., etc.
Estos mártires vivieron con la certeza de que nada, ni nadie les podía separar del amor de Dios y murieron defendiendo su fe, como soldados en el ejército del Señor.
San Ignacio:
“Con mucho gusto moriré por Dios si no te interpones en mi camino... déjame ser alimento para las fieras, porque ellas son mi camino hacia Dios”.
“El martirio es un acto de honor y no de horror”.
Los mártires tenían la esperanza inquebrantable de que el poder de Dios se manifiesta plenamente en su debilidad. El martirio es un don que Dios concede a las personas dándoles fuerza, coraje y esperanza. El martirio no es el resultado de un esfuerzo humano.
Ese sufrimiento y “posición débil” ante el ser humano, condujo a la valiosa conclusión:
Muchos judíos y paganos se convirtieron al cristianismo al ver esa fe tan fuerte, y en muchos casos fueron testigos de los milagros que sucedían mientras torturaban al cristiano.
San Constantino fue el primer emperador que puso fin a la persecución contra los cristianos en el año 313 y dio libertad de culto al cristianismo.
Desgraciadamente hoy en día, en muchos lugares hay cristianos perseguidos que sufren el martirio por causa de la fe.
Los Hechos de los Apóstoles 7:54-60, describe el “martirio de Esteban”: San Esteban el diacono, fue el primer Mártir de la iglesia que dio su vida, lapidado.
Mateo 2, 16-18, describe la “matanza de los Niños Inocentes de Belén”, que ciertamente pueden considerarse como mártires también.
Todos los mártires, como miembros activos de la Iglesia, nos acompañan en nuestra lucha terrenal y están presentes a través de sus iconos y reliquias.
Tal como los textos de los troparios aseguran:
“ahora que están ante Cristo adornados con la túnica bordada con su sangre y se regocijan con los ángeles; le pedimos que intercedan por nosotros”.