Liturgia de los fieles (La Santa Comunión del clero y de los fieles).
La Divina Liturgia. Parte 17
Aquí comienza la comunión de los sacerdotes = “Kinonikón”.
Mientras el sacerdote consume la Santa Comunión, el coro puede cantar diversos himnos, y/o puede leer de las santas escrituras, y/o puede leer las oraciones ante de la comunión.
FRACCIÓN DEL PAN
El sacerdote fracciona el Pan en cuatro partes, siguiendo el corte en forma de cruz hecha ya en la preparación de la Proskomidia.
Deposita la parte con la inscripción IC en lo alto de la patena. La parte con las letras XC en la zona de abajo, la parte NI a su izquierda y la parte KA a su derecha.
Aquí concluye simbólicamente toda la obra redentora del Salvador sobre los dones - desde su nacimiento, pasión, crucifixión, brote de agua y sangre de su costado por la lanza, transformación del pan y del vino en su santísimo Cuerpo y santísima Sangre, resurrección, ascensión, hasta estar sentado a la diestra del Padre para venir a juzgar a los vivos y a los muertos.
COMUNIÓN DEL CLERO
A continuación, el sacerdote fracciona las dos partes del Pan que quedan en la patena, la parte NI a su izquierda y la parte KA a su derecha y los deposita en el Cáliz para los comulgantes. Solamente las fracciones del Cordero de Dios se usan para la Santa Comunión.
El sacerdote recubre el Cáliz con el velo rojo de la comunión sobre el cual coloca la cuchara, como preparación para la Comunión de los fieles.
COMUNIÓN DE LOS FIELES
Después de la comunión del clero, el sacerdote lleva el Cáliz hasta las Puertas Reales, lo levanta e invita a los fieles que están preparados, a recibir la Santa Comunión = el banquete del Señor.
Con la llamada: “Lo Santo para los Santos” antes del Kinonikón, el sacerdote ya “seleccionó” quienes son invitados a participar en la Santa Comunión….
….. no sólo los que tienen el alma llena de virtudes, o los que están dignamente preparados y totalmente arrepentidos, sino también todos aquellos que se esfuerzan por alcanzar esta perfección.
El sacerdote, ahora elevando el Cáliz llama a los fieles a compartir de este sagrado Cuerpo y Sangre del Salvador ….. con la condición que lo hagan con temor de Dios:
“Acercaos con temor de Dios, fe y amor”.
El temor en este momento significa el respeto ante la dignidad de este sacramento, que es la Fuente de la vida eterna.
Para recalcar esta divinidad, respondemos:
“Bendito el que viene en Nombre del Señor.
El Señor es Dios y se nos ha aparecido”.
Los fieles, se acercan con reverencia para recibir al Señor.
Estamos conscientes que con la comunión empezamos a entrar en el Reino celestial. Si vivimos aquí el Reino celestial, lo viviremos en el cielo.
Por esto: NO HAY SALVACIÓN FUERA DE LA IGLESIA.
Al recibir la Comunión, debemos decir nuestro nombre bautismal, porque el sacerdote recuerda cada fiel por nombre diciendo:
“El servidor de Dios N..., comulga a los preciosos y santos Cuerpo y Sangre de nuestro Señor Dios y Salvador Jesucristo en remisión de sus pecados y para la vida eterna”.
Así como el pastor conoce a sus corderos por nombre, el sacerdote nombra a cada comulgante por su nombre.
Al terminar la comunión de los fieles, el sacerdote (bendiciéndonos con el Cáliz), implora a Dios la salvación de los que se han comulgado y del pueblo diciendo:
“Oh Dios, salva a tu pueblo y bendice tu heredad”.
Mencionando “tu heredad” y no “tu obra”, queda claro que tenemos una relación más comprometedora…. porque somos hijos de Dios.
El sacerdote vuelve al altar y coloca el Cáliz sobre la mesa; que en el sacramento de la eucaristía simboliza el Gólgota.
Aquí introduce el celebrante en el Cáliz las porciones restantes en la patena del Pan consagrado – las partículas de la Theotokos, de los santos, de los vivos y de los difuntos – (de la Proskomidia); luego cubre el Cáliz con el velo rojo y se vuelve hacia el pueblo, elevando el Cáliz, y diciendo:
“En todo tiempo, ahora y siempre y por los siglos”.
El sacerdote lleva el Cáliz y lo coloca sobre la mesa de preparación y lo inciensa, mientras que el coro pide que “que nuestros labios se llenen de la gracia de Dios, para así poder alabar y orar; que no perdamos la santidad, que hemos obtenido a través de los santos dones; y para que todo el día aprendamos Su justicia…o sea la sabiduría de Dios”.
Así llegamos al total cumplimiento de la divina Liturgia:
la santificación de los dones y nuestra santificación a través de la comunión.
Este es el objetivo de la Eucaristía: comulgar el Cuerpo y Sangre de Cristo, para estar en Él y Él estar con nosotros; para ser santificados e deificados.
Esta es la unión total de los fieles con Cristo, que se reparte, pero NO se divide, NI se reduce.
Con corazón puro…. somos ahora altares y vasijas del Espíritu Santo.
Invitados a recibir la Santa Comunión somos todos los bautizados en nuestra iglesia ortodoxa, hasta los niños pequeños y bebés.
¿Por qué los niños y bebés?
La práctica ortodoxa, así como la de la Iglesia de los primeros siglos, mantiene la conexión íntima entre los tres Sacramentos.
EL BAUTISMO: es el primer sacramento en la vida de todo cristiano, que es su nacimiento en Cristo.
Al ser miembro de Cristo, el bautizado inmediatamente tiene el pleno derecho de participar en la vida espiritual de la iglesia.
LA CRISMACIÓN: por medio de este segundo sacramento, el recibe el torrente de la Gracia del Espíritu Santo, sin el cual no podemos hacer nada.
Así que los niños no sólo son bautizados, sino también son directamente confirmados.
LA COMUNIÓN: es el tercer sacramento que los bautizados en el acto reciben, y que nos permite recibir los Santísimos Dones de la Eucaristía: el divino Cuerpo y la preciosa Sangre de nuestro Señor Jesucristo.
Según las palabras del Señor:
“Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos”.
Nuestra iglesia ortodoxa no priva a los niños y bebés bautizados, del derecho de gozar inmediatamente de la gracia del Espíritu Santo, ni de participar en la Eucaristía = Comunión.
El niño es bautizado a través de la fe del padrino (o madrina); ¿qué impide que, a través de esta misma fe, empiece directamente a participar en la vida de la iglesia?
¿Por qué esperar tantos años sin estos dones vivificantes?
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NOTA: CONTINÚA EL TEXTO DE LA DIVINA LITURGIA DE SAN JUAN CRISÓSTOMO. Publicación de la Hermandad Ortodoxa “San Sergio” Buenos Aires 1998.
LA COMUNIÓN DE LOS FIELES
Después de recibir la Comunión y completar sus oraciones en voz baja; el sacerdote, sale por las puertas reales, presenta al pueblo el Cáliz y dice;
S: Con temor de Dios, fe y amor acercaos.
C: Bendito el que viene en Nombre del Señor. El Señor es Dios y se nos ha aparecido.
C: Durante la Comunión:
Recibid el Cuerpo de Cristo, gustad de la Fuente Inmortal.
S: Dando la Comunión:
El servidor de Dios N…….., comulga a los preciosos y santos Cuerpo y Sangre de nuestro Señor Dios y Salvador Jesucristo en remisión de sus pecados y para la vida eterna.
C: Acabada la Comunión: Aleluya, Aleluya, Aleluya.
S: Bendiciendo al pueblo:
Oh Dios, salva a tu pueblo y bendice tu heredad.
C: Hemos visto la verdadera luz, hemos recibido el Espíritu celestial, hemos encontrado la fe verdadera, adoremos a la indivisible Trinidad, porque es ella quien nos ha salvado.
S: En todo tiempo, ahora y siempre y por los siglos.
C: Amén. Que nuestros labios se llenen de tu alabanza, Señor, para que cantemos tu gloria. Porque nos has hecho dignos de comulgar a tus santos, divinos, inmortales y vivificantes misterios. Guárdanos en la santidad, para que todo el día aprendamos tu justicia. Aleluya, Aleluya, Aleluya.
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