La vida de los Santos: Santa Pelagia, Penitente del Monte de los Olivos
Conmemorada el 8 de octubre (21 de Octubre)
La monja Pelagia fue convertida al cristianismo por el santo Nonnos, obispo de Edesa. Antes de aceptar el bautismo salvador, Pelagia era líder de un grupo de baile en Antioquía de Palestina, viviendo la vida en la frivolidad y el despilfarro. Pero una vez Pelagia, elegantemente vestida, pasaba por delante de una iglesia, en cuyas puertas San Nonnos predicaba un sermón. Los creyentes apartaron la mirada de la pecadora, pero el obispo la siguió con la mirada. Impresionado por la belleza exterior de Pelagia y habiendo previsto la grandeza espiritual que había en ella, el santo en su celda oró durante mucho tiempo al Señor por la pecadora, apenado porque la pobreza que embargaba su alma no podía compararse con el espléndido atuendo y la belleza de la libertina.
Al día siguiente, cuando San Nonnos estaba enseñando en la iglesia sobre el temible Juicio Final y sus consecuencias, llegó Pelagia. La enseñanza le causó tal impresión que, presa del temor de Dios y prorrumpiendo en lágrimas de arrepentimiento, suplicó al santo que la bautizara. Viendo el sincero y pleno arrepentimiento de Pelagia, el obispo Nonnos la bautizó.
Por la noche, el demonio se apareció a Pelagia, incitándola a volver a su vida anterior. En respuesta, la santa rezó, se persignó y el demonio desapareció. Santa Pelagia recogió sus objetos de valor y se los llevó al obispo Nonnos. El obispo dio orden de distribuirlo entre los pobres con las palabras: «Que se reparta sabiamente lo que se ha reunido milagrosamente». Después de esto Santa Pelagia en hábito viajó a Jerusalén al Monte de los Olivos. Allí, hasta su fin (457), se ascetizó en reclusión bajo el nombre masculino de Pelagios, y alcanzó grandes dones espirituales. Cuando murió, la enterraron en su celda.
Troparion (Tono 4: «Fuiste elevado en la Cruz...»)
Como una rosa fragante que crece entre espinas, te revelaste a la Iglesia por tus obras virtuosas convirtiéndote en fuente de alegría para los fieles. Ofreciste tu vida como un perfume fragante a Aquel que te hizo admirable. Suplícale que nos libre de toda pasión del alma y del cuerpo, oh justa Pelagia.
Kontakion (Tono 2: «Buscaste las alturas...»)
Agotaste tu cuerpo con ayunos, vigilias y oraciones suplicando fervientemente al Creador que recibieras el perdón completo por tus actos anteriores. Verdaderamente lo recibiste, oh Madre Pelagia, mostrándonos así el camino del arrepentimiento.