La vida de los Santos: Santa María La Egipciaca
Nuestra venerada madre María de Egipto fue una asceta del desierto que se arrepintió de una vida de libertinaje. Vivió en el siglo VI y falleció de manera extraordinaria en 522.
Conmemorada su fiesta el día de su reposo, el 1 de abril; además, se la conmemora el domingo de Santa María de Egipto, el quinto domingo de la Gran Cuaresma.
Comenzó su vida como una joven que seguía las pasiones del cuerpo, huyendo de sus padres a los doce años para ir a Alejandría. Allí vivió como ramera durante diecisiete años, rechazando el dinero de los hombres con los que se acostaba y viviendo de la mendicidad y del hilado del lino.
Un día, sin embargo, se encontró con un grupo de jóvenes que se dirigían a Jerusalén para venerar la Santa Cruz. María los acompañó y los sedujo durante el viaje para divertirse. Pero cuando el grupo llegó a Jerusalén y se dirigió a la iglesia, una fuerza invisible le prohibió la entrada. Después de tres intentos, se quedó fuera, en el patio de la iglesia, donde levantó la vista y vio un icono de la Theotokos (Término del griego que significa: Madre de Dios). Se echó a llorar y rezó con todas sus fuerzas para que la Theotokos le permitiera ver la verdadera Cruz; después, prometió, renunciaría a sus deseos mundanos e iría adonde la Theotokos la condujera.
Fue así como decidió apartarse a vivir en el desierto. Tras 47 años de soledad, se encontró en el desierto con el sacerdote San Zósima. Éste andaba por el desierto y de repente empezó a percibir la presencia de algo, pensaba que estaba teniendo alucinaciones pues se encontraba en un basto desierto y el calor azotaba, leones eran las únicas criaturas que se podían encontrar allí. Fue así como Zósimas se encontró muy cerca de aquella “criatura”, la cual se escondió entre algunos arbustos. Sorprendentemente, esta le pide no se acerque pues se encuentra desnuda y le llama por su nombre, suplicando le pasase su túnica. Zósimas percibió en ella una santidad inexplicable. Por ello, le suplicó que le contara su vida, ella le contó su historia con gran humildad, al tiempo que demostraba su don de clarividencia: sabía quién era Zósima y la historia de su vida a pesar de no haberle conocido nunca. Cuando rezaba, levitaba. Aunque analfabeta y sin formación cristiana, era capaz de citar pruebas bíblicas de sus enseñanzas. Pero, por encima de todo, estaba la enormidad de su historia. Finalmente, le pidió que se reuniera con ella al año siguiente, al atardecer del Jueves Santo, a orillas del Jordán para recibir los Santos Misterios (cuerpo y sangre de Cristo).
Zósima hizo exactamente esto al año siguiente, aunque empezó a dudar de su experiencia cuando el sol empezó a ponerse aquella noche. Entonces apareció María en la orilla opuesta del Jordán; Persignádose a sí misma y haciendo la señal de la cruz sobre las aguas, atravesó milagrosamente las aguas y se encontró con Zósima. Cuando éste intentó inclinarse ante ella debido a la santidad que era evidente a los ojos, ella le reprendió diciéndole que, como sacerdote, era muy superior y, además, tenía en sus manos los Santos Misterios. María comulgó entonces y volvió a cruzar el Jordán después de dar a Zósima instrucciones sobre su morada y que volviera al lugar donde se encontraron por primera vez.
Cuando lo hizo, encontró el cuerpo de María con un mensaje escrito en la arena pidiéndole sepultura y revelándole que ella había muerto inmediatamente después de recibir los Santos Misterios el año anterior (y que, por tanto, había sido transportada milagrosamente al lugar donde ahora yacía). Zósima, asombrado, empezó a cavar, pero pronto se cansó; entonces se acercó un león y empezó a ayudarle, es decir, después de que Zósima se recuperara de su miedo a la criatura. Así fue enterrada Santa María de Egipto.
Zósima regresó al monasterio, contó todo lo que había visto y mejoró las faltas de los monjes y del abad del lugar. Murió casi centenario en el mismo monasterio.
Más tarde, la historia de la vida de María fue escrita por San Sofronio, Patriarca de Jerusalén.
La Vida de Santa María de Egipto se lee durante la Gran Cuaresma junto con el Gran Canon de San Andrés.
Fuente: Orthodox Wiki
Troparion (Tono 8)
En ti, oh madre, se conservó verdaderamente la imagen de Dios,
porque tomaste la cruz y seguiste a Cristo.
Con ello nos enseñaste a despreciar la carne, pues pasa;
y a cuidar el alma, que es inmortal.
Por eso tu espíritu, santa Madre María, se alegra con los ángeles.
Kontakion (Tono 3)
Habiendo sido una mujer pecadora
te convertiste por el arrepentimiento en Esposa de Cristo.
Habiendo alcanzado la vida angélica
venciste a los demonios con el arma de la Cruz;
Por eso, oh gloriosísima María, eres Esposa del Reino.