La vida de los Santos: Los Santos Mártires Eulampio y Eulampia
Conmemorados el 10 de octubre (23 de octubre)
Los santos mártires Eulampio y Eulampia, hermano y hermana según la carne, vivieron a comienzos del siglo IV en la ciudad de Nicomedia. Habiendo leído el decreto del emperador Maximiano (284–305), por el cual todo cristiano era condenado a muerte, Eulampio se entristeció al ver que el emperador, en lugar de ir a luchar contra los enemigos de la patria, tomaba las armas contra sus propios súbditos.
El joven fue llevado a juicio y se le exigió que renunciara a la fe cristiana. Por su negativa, primero lo desgarraron con garfios de hierro, y luego lo colocaron sobre un lecho candente. De repente, el mártir expresó el deseo de visitar el templo pagano. Los jueces se alegraron, pensando que habían logrado apartar al joven del cristianismo.
En el templo pagano de Marte, el santo exclamó:
«¡En el nombre del Señor Jesucristo, te mando a ti, ídolo mudo y sin alma, que caigas al suelo y seas reducido a polvo!».
El ídolo, con gran estrépito, cayó y se hizo pedazos.
El pueblo exclamó:
«¡El Dios supremo es el Dios de los cristianos, grande y poderoso!».
Entonces el santo fue nuevamente sometido a tortura. En ese momento, su hermana Eulampia se presentó ante los jueces y declaró que también ella era cristiana. Eulampio la animó diciendo:
«Hermana, no temas a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma» (Mt. 10:28).
Después de nuevos tormentos, arrojaron a los mártires a un horno encendido, pero el Señor los protegió del fuego. Finalmente, decapitaron al hermano, y la hermana entregó su alma a Dios a causa de los tormentos.
Troparion (Tono 4)
En sus sufrimientos, oh Señor,
tus mártires recibieron de Ti coronas imperecederas, nuestro Dios;
pues, fortalecidos con Tu poder,
menospreciaron a los verdugos y aplastaron la débil audacia de los demonios.
Por sus súplicas, salva nuestras almas.
Kontakion (Tono 3)
Cantemos a los valientes mártires,
hermano y hermana según la carne:
al sabio Eulampio y a Eulampia;
pues con el poder del Crucificado
confundieron las artimañas del más inicuo.
Por ello, han sido mostrados como gloria y orgullo de los mámártire




