La vida de los Santos: Las Santas Mártires Fe, Esperanza y Amor
Conmemoradas el 17 de septiembre (30 de septimbre)
Las Santas Mártires Fe, Esperanza y Amor nacieron en Italia. Su madre, Santa Sofía (Sabiduría), era una piadosa viuda cristiana. Habiendo dado a sus hijas los nombres de las tres virtudes cristianas, Santa Sofía las crió en el amor del Señor Jesucristo. Santa Sofía y sus hijas no ocultaban su fe en Cristo y la confesaban abiertamente ante todos.
El funcionario Antiochus las denunció al emperador Adriano (117-138), quien ordenó que fueran llevadas a Roma. Al comprender que serían presentadas ante el emperador, las santas vírgenes oraron fervientemente al Señor Jesucristo, pidiendo que Él les concediera la fuerza de no temer los tormentos ni la muerte inminente.
Cuando las santas vírgenes llegaron con su madre ante el emperador, todos los presentes se maravillaron de su compostura: parecía que habían sido llamadas a alguna alegre festividad y no a los suplicios. Convocando a las hermanas una por una, Adriano las exhortó a ofrecer sacrificio a la diosa Artemis. Las jóvenes (Fe tenía 12 años, Esperanza 10 y Amor 9) permanecieron inquebrantables.
Entonces el emperador ordenó que fueran cruelmente torturadas: quemaron a las santas vírgenes sobre una parrilla de hierro, las arrojaron a un horno encendido y luego a un caldero con brea hirviendo, pero el Señor, con Su poder invisible, las preservó. A la más pequeña, Amor, la ataron a una rueda y la golpearon con varas hasta que su cuerpo estuvo cubierto de heridas sangrientas. Y soportando tormentos indecibles, las santas vírgenes glorificaban a su Esposo celestial y permanecieron firmes en la fe.
A Santa Sofía la sometieron a otro tormento aún más doloroso: la obligaron a contemplar el sufrimiento de sus hijas. Pero mostró una fortaleza inquebrantable y durante todo aquel tiempo exhortaba a las niñas a soportar los suplicios en el Nombre del Esposo celestial. Las tres doncellas aceptaron con alegría el fin de mártires y fueron decapitadas.
Para intensificar aún más el dolor de Santa Sofía, el emperador permitió que recogiera los cuerpos de sus hijas. Ella los colocó en féretros y con reverencia los transportó en un carro fuera de la ciudad, sepultándolos en un lugar elevado. Santa Sofía permaneció allí tres días sin apartarse de las tumbas de sus hijas, y finalmente entregó su alma al Señor. Los creyentes enterraron allí también su cuerpo. Desde el año 777, las reliquias de las santas mártires reposan en Alsacia, en la iglesia de Esho.
Troparion (Tono 4)
En sus sufrimientos, oh Señor, tus mártires recibieron de Ti coronas imperecederas, oh Dios nuestro; pues, fortalecidas con tu poder, despreciaron a los verdugos y aplastaron la débil audacia de los demonios. Por sus súplicas, salva Tú nuestras almas.
Kontakion (Tono 1:“Tu sepulcro, oh Salvador”)
Ya que Fe, Esperanza y Caridad fueron en verdad ramas sagradas de la venerable Sofía, la homónima de la Sabiduría, por la gracia mostraron la necedad de la sabiduría helénica, y en la lucha se revelaron victoriosas en el premio; por lo cual recibieron una corona que jamás perece de Cristo Dios, Señor de todos.