La Vida de los Santos: El Monje Abba Doroteo de Gaza
Conmemorado el 5 de junio (18 de junio)
El monje Abba Doroteo fue discípulo del monje Juan el Profeta en el monasterio palestino de Abba Serid en el siglo VI.
Desde joven había estudiado con gran celo las ciencias (es decir, las disciplinas seculares). “Cuando estudiaba las cosas externas – escribió el Abba –, estaba tan obsesionado con el estudio que, al tomar un libro, era como si una bestia salvaje se apoderara de él. Pero cuando lograba separarme, ¡Dios me ayudaba!, estaba tan inmerso que no sabía qué había comido, qué había bebido, si había dormido, si tenía frío o calor, era completamente ajeno a todo esto mientras leía. Ninguno de mis amigos lograba sacarme para comer o siquiera para hablar, aunque me encantaba socializar y quería mucho a mis camaradas. Cuando nos permitieron estudiar filosofía… allí fui, y en el lugar donde vivía, ni sabía qué tendría para comer, ya que no quería perder tiempo ocupándome de la comida”. Así de absorto estaba Abba Doroteo en la sabiduría de los libros.
Y con un celo aún mayor se entregó a la vida monástica cuando se retiró al desierto. “Cuando llegué al monasterio – recordaba el monje –, me dije a mí mismo: así como fue de ardiente mi amor por la sabiduría externa, con mayor razón debe serlo ahora por la virtud, y en esto debo intensificarme aún más”.
Una de las primeras obediencias del monje Doroteo fue recibir y atender a los peregrinos que llegaban al monasterio. Esto le dio la oportunidad de conversar con personas de distintos ámbitos de la vida, que llevaban diversas cargas y tribulaciones y luchaban contra múltiples tentaciones. Con la ayuda de un hermano, el monje Doroteo construyó una enfermería, en la cual él mismo servía. El santo Abba describía su obediencia así: “En ese tiempo apenas me había recuperado de una grave enfermedad. Y llegaron unos viajeros por la tarde – pasé la velada con ellos y también con los camelleros –, y preparé todo lo necesario; y a menudo, cuando me había dormido un poco, surgía otra necesidad que requería mi atención – y entonces se acercaba la hora de la vigilia”. Para combatir el sueño, el monje Doroteo rogó a uno de los hermanos que lo despertara para los oficios, y a otro que velara para que no se durmiera durante la vigilia. “Y créanme – decía el santo Abba –, los estimaba como si literalmente mi salvación dependiera de ellos”.
Durante 10 años, el monje Doroteo fue ayudante de celda del monje Juan el Profeta. Aún antes, le revelaba todos sus pensamientos, y en esta nueva obediencia cumplía la voluntad del anciano con tal devoción que no le suponía tribulación alguna. Afligido por no cumplir el mandamiento del Salvador sobre que “es con muchas tribulaciones que se entra en el Reino de los Cielos”, Abba Doroteo reveló este pensamiento al anciano. Pero el monje Juan respondió: “No te aflijas ni te entristezcas, tú que estás en obediencia a los padres, porque eso es gozo y paz para el despreocupado”. El monje Doroteo consideraba una dicha servir al gran anciano, aunque siempre estaba dispuesto a ceder ese honor a otros. Además de a los padres del monasterio de Abba Serid, el monje Doroteo visitaba y escuchaba las enseñanzas de otros grandes ascetas de su tiempo, entre ellos el monje Abba Zósimo.
Tras la muerte del monje Juan el Profeta, y cuando Abba Barsanufio asumió el completo silencio, el monje Doroteo dejó el monasterio de Abba Serid y fundó otro monasterio, cuyos monjes guió hasta su muerte.
Al monje Abba Doroteo se le atribuyen 21 Discursos, varias Cartas y 87 Preguntas con respuestas escritas por los monjes Barsanufio el Grande y Juan el Profeta. También se conocen, en forma manuscrita, 30 Charlas sobre Ascetismo y enseñanzas escritas del monje Abba Zósimo. Las obras de Abba Doroteo están impregnadas de una profunda sabiduría espiritual, y se distinguen por un estilo claro e intuitivo, pero a la vez sencillo y comprensible. Los Discursos tratan sobre la vida cristiana interior, avanzando gradualmente en el crecimiento hacia Cristo. El santo recurría con frecuencia a los consejos de los grandes santos jerarcas: Basilio el Grande, Gregorio el Teólogo y Gregorio de Nisa. La obediencia y la humildad, unidas al amor profundo por Dios y por el prójimo, son virtudes sin las cuales la vida espiritual es imposible, – y esta idea impregna todos los Discursos de Abba Doroteo.
En sus escritos se siente en todo momento la personalidad del Abba Doroteo, y su discípulo, el monje Dositheo, lo caracteriza así: “Con los hermanos que hacían ascesis con él respondía con modestia, con humildad, y era afable sin arrogancia ni atrevimiento; era bondadoso y directo, discutía si era necesario, pero siempre con respeto, con buenos deseos, y con eso que es más dulce que la miel: la unidad de alma, madre de todas las virtudes”.
Los Discursos de Abba Doroteo son libros preliminares para comenzar el camino de la acción espiritual. Los consejos simples sobre cómo proceder en una u otra situación, junto con un análisis muy sutil de los pensamientos y movimientos del alma, ofrecen una guía esperanzadora para cualquiera que decida, con experiencia, leer las obras de Abba Doroteo. Los monjes que comienzan a leer este libro, nunca se separan de él en toda su vida.
Las obras de Abba Doroteo se encuentran en todas las bibliotecas monásticas y se reimprimen constantemente.
Los Discursos de Abba Doroteo no están destinados solo a los monjes: siempre debe ser leído por cualquiera que aspire a cumplir los mandamientos de Cristo.
Algunos de sus dichos:
“Imagina que el mundo es un círculo, que Dios es el centro, y que los radios son las diferentes formas en que los seres humanos viven. Cuando aquellos que desean acercarse a Dios caminan hacia el centro del círculo, se acercan entre sí al mismo tiempo que se acercan a Dios. Cuanto más se acercan a Dios, más se acercan entre sí. Y cuanto más se acercan entre sí, más se acercan a Dios”.
“No solo debemos observar moderación con la comida, sino que también debemos abstenernos de todo otro pecado, de modo que así como ayunamos con el estómago, también debemos ayunar con la lengua. Igualmente, debemos ayunar con los ojos; es decir, no mirar cosas que nos agiten, no permitir que los ojos vaguen libremente, no mirar con desvergüenza y sin temor. Del mismo modo, los brazos y las piernas deben ser refrenados de realizar cualquier acto malvado”.
Si tenemos un amor verdadero con compasión y labor paciente, no iremos por ahí examinando los defectos de nuestro prójimo.
Troparion (Tono 4)
Como participaste de los caminos de los apóstoles y ocupaste su trono,
hallaste que tu actividad era un camino hacia la visión divina, oh inspirado por Dios.
Por eso, ordenando la palabra de la verdad, sufriste por la fe hasta derramar tu sangre.
Oh hieromártir Doroteo, ruega a Cristo Dios que salve nuestras almas.
Kontakion (Tono 5)
Resplandeciente con virtudes más brillantes que el sol y con tus sufrimientos,
Oh bendito Doroteo, brillaste e iluminaste la tierra,
disipando las tinieblas del politeísmo y de la vil herejía.
Por eso celebramos tu memoria con esplendor.