La Natividad del Santo Precursor y Bautista del Señor: Juan
Conmemorado el 7 de Julio (24 de Junio)
La Natividad del Santo Precursor y Bautista del Señor, Juan: El Evangelio (Lc. 1: 57-80) relata que los justos padres de San Juan Bautista - el Sacerdote Zacarías e Isabel, vivían en la antigua ciudad de Hebrón, y llegaron a la vejez sin tener hijos, ya que Isabel era estéril. Una vez, San Zacarías estaba haciendo servicios divinos en el Templo de Jerusalén y vio al Arcángel Gabriel, de pie a la derecha del ofertorio de incienso. Él predijo, que San Zacarías engendraría un hijo, que anunciaría al Salvador - el Mesías, esperado por la Iglesia del Antiguo Testamento. Zacarías se turbó y el miedo se apoderó de él. Dudaba de que en la vejez fuera posible tener un hijo, y pidió una señal. Y le fue dada - apareció al mismo tiempo como un castigo por su incredulidad: Zacarías enmudeció hasta que se cumplieron las palabras del arcángel.
Santa Isabel quedó encinta y, temiendo las burlas por la tardanza de su embarazo, lo mantuvo en secreto durante cinco meses, hasta que vino a visitarla su pariente lejana la Santísima Virgen María, para compartir con ella su propia alegría. Isabel, impulsada por el Espíritu Santo, fue la primera en saludar a la Virgen María como Madre de Dios. Y junto con ella, también San Juan -en el seno de su madre la justa Isabel- saludó "con saltos como en un canto" a la Santísima Virgen María y al Hijo de Dios encarnado en Ella.
Llegó el momento, y Santa Isabel dio a luz un hijo, y todos los parientes y conocidos se alegraron junto con ella. Al octavo día, conforme a la ley de Moisés, se hizo la circuncisión. Su madre le puso por nombre Juan. Todos se asombraron, pues nadie en su familia había recibido tal nombre. Cuando le preguntaron a san Zacarías, éste hizo ademán de coger una tablilla y escribir en ella "Juan es su nombre", e inmediatamente se le desató la traba de la lengua por la predicción del arcángel, y San Zacarías, impulsado por el Espíritu Santo, glorificó a Dios y pronunció las palabras proféticas sobre la venida al mundo del Mesías y sobre su propio hijo Juan, el Precursor del Señor.
Después de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo y de la adoración de los pastores y de los Magos, el malvado rey Herodes dio orden de matar a todos los niños. Al enterarse, Santa Isabel huyó al desierto y se escondió en una cueva. San Zacarías, como sacerdote, se encontraba en Jerusalén y prestaba su servicio sacerdotal en el Templo. Herodes le envió soldados para que averiguaran dónde se encontraban el niño Juan y su madre. Zacarías respondió que desconocía su paradero, y fue asesinado allí mismo, en el Templo. La justa Isabel siguió viviendo en el desierto con su hijo y allí murió.
El muchacho Juan, protegido por un ángel, habitó en el desierto hasta el momento en que vino a predicar el arrepentimiento y se le concedió ser digno de bautizar al Señor que había venido al mundo.
Troparion (Tono 4)
Oh profeta y precursora de la venida de Cristo, nosotros, que te honramos con amor, no sabemos cómo alabarte dignamente; porque con tu gloriosa y honrada natividad, tú disipaste la esterilidad de la que te dio a luz y el mutismo de tu padre, y anunciaste al mundo la encarnación del Hijo de Dios.
Kontakion (Tono III: "Hoy la Virgen..." )
Hoy la que antes era estéril da a luz al precursor de Cristo, y él es el cumplimiento de toda profecía; pues, al poner su mano en el Jordán sobre Aquel a quien los profetas predijeron, se ha mostrado como el profeta, heraldo y precursor de la Palabra de Dios.