Jueves Santo
A partir de este jueves acompañamos a Jesús en las últimas horas de Su Pasión, prediciendo Su sufrimiento y muerte para nuestra salvación.
El servicio del Jueves Santo es dedicado a la conmemoración de la Cena Mística (o Santa Cena), el lavado de los pies de los discípulos por Jesucristo y su traición por Judas.
El tropario del Jueves Santo describe muy preciso los sucesos de este día y el pensamiento que debe reinar en el alma de cada cristiano hoy:
“Cuando los gloriosos apóstoles eran iluminados en la Cena, durante el lavado de los pies el impío Judas fue oscurecido con la enfermedad de la codicia, y a inicuos jueces te entregó a Ti que eres el Justo Juez. Mirad al amante de la riqueza, quien por causa de su codicia se ahorcó; huye del alma insaciable que se atrevió a tal extremo contra el Maestro. Señor, Quien por sobre todo eres bueno, gloria a Ti”.
En esta Mística Cena con el pan y el vino, nuestro Señor instituyó el misterio de la Divina Eucaristía para que todos los fieles participemos de su Purísimo Cuerpo y Preciosa Sangre; así dándonos el privilegio de encontrarlo en cada Santa Comunión.
En este Jueves Santo, Cristo nos deja su Cuerpo y su Sangre.
Los Santos Padres ven en esta acción un vínculo entre el lavado de los pies y la limpieza espiritual en el sacramento de la confesión, que lava las impurezas de conciencia en nuestros corazones.
Sobre Judas Iscariote poco está escrito en las escrituras, probablemente Judas no tenía la intención de que Jesús muriera; pero al ver lo que había provocado, sufrió grandes y terribles remordimientos, que acabó suicidándose al no soportar la culpa y la vergüenza de su acción.
Es necesario creer que Judas no era indigno en el momento de su elección. Era el único judío entre los 12 discípulos, que Jesús eligió; el resto eran galileos.
Los motivos para su traición son desconocidos; la codicia ha sido la razón más aceptada; pero debió existir otra motivación adicional, que lo llevó a devolver el dinero y a matarse: “Esta no es la actitud de un simple codicioso, pues éste habría quedado satisfecho con el lucro obtenido”.
-Otra razón podría haber sido “venganza” a la posible envidia del resto de los apóstoles. Judas sabía de contabilidad, de religión, era alguien con educación, pero le amargaba ver cómo Jesús prefería a Pedro, que era un pescador o a Juan que era sólo un muchacho.
-Otra propuesta razón sería la “decepción” de Judas en Jesús. Judas era partidario de una revolución violenta y quería un “líder” combatiente y no pacificador como Cristo.
El apócrifo “Evangelio árabe de la infancia” menciona una historia notable en el capítulo XXXV. Jesús, que tendría 3 años de edad se encuentra con Judas Iscariote quien, poseído por un demonio le pega en un costado e intenta morderlo. Jesús llora de dolor y en ese mismo momento el demonio abandona a Judas en la forma de perro rabioso. En ese episodio aparece una conexión entre la infancia y la edad adulta cuando este evangelio reporta también: “Y el costado en que Judas lo golpeó fue el mismo que los judíos atravesaron con una lanza”.
Independientemente de los motivos de la traición, reflejemos mejor:“¿Cuántas veces somos nosotros el Judas, que traicionamos a Dios por “valores mundanos”?.
Después de haber sido ungidos el Miércoles Santo por la tarde, con el Santo Óleo “para la curación del cuerpo y del alma”, podemos participar en la Cena Mística del Jueves Santo = la Divina liturgia por la mañana. Fortalecidos con este Alimento espiritual continuamos esta tarde con el oficio del Jueves Santo por la noche, que son los maitines del Viernes Santo con la lectura de los 12 Evangelios de la Pasión. En este servicio, los creyentes experimentan juntos el sufrimiento, la crucifixión y la muerte del redentor Jesucristo, cantando:
“Hoy cuelga de la cruz que deja colgar la tierra en el agua.
El rey de los ángeles está rodeado por una corona de espinas. Para escarnio se viste con una tela carmesí, el que viste de nubes los cielos.
Recibe golpes Quien libró a Adán en el Jordán. El Esposo de la Iglesia es clavado con clavos.
El hijo de la Virgen es atravesado por una lanza. Adoramos tus sufrimientos, oh Cristo. Adoramos tus sufrimientos, oh Cristo.
Adoramos tus sufrimientos, oh Cristo. ¡Muéstranos también tu gloriosa resurrección!”