Domingo del Juicio Final
3er Domingo pre–cuaresmal (23/02/25): Comienzo de la abstinencia de la carne; productos lácteos están permitidos.
En este día celebramos la conmemoración de la Segunda Venida de nuestro Señor Jesucristo, como Juez; cuando venga a juzgar a todos los seres humanos, vivos y muertos: San Mateo, 25: 31-46
Contemplar el juicio final jamás nos debe dar temor, sino más bien nos debe impulsar a vivir mejor el presente y prepararnos para ese día.
El Reino celestial es lo preparado desde la creación.
El infierno es el estado fruto del pecado de los ángeles caídos y de los hombres pecadores. Dios quiere salvar a todos, pero los hombres son realmente libres y pueden reaccionar bien o mal.
El Juicio será con amor y justicia. Juan 5:29… “y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación”.
La parábola del Juicio Final la vemos en Mateo 25:31–46:
“Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda.
Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.
Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿Cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.
Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis.
Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿Cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis. E irán estos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna”.
Valoremos y preguntémonos ante cada situación:
¿Esto me llevaría a la salvación?
¿Esto me daría una respuesta positiva en mi juicio final?