Cristo ha resucitado!
Verdaderamente ha resucitado!
La narración del ciego de nacimiento se encuentra en el Evangelio de Juan, capítulo 9:1–41.
Este pasaje, profundo en teología y simbolismo, ha sido interpretado desde varias perspectivas.
Aquí veremos tres temas clave:
1… El sufrimiento.
2… Cristo como la Luz.
3… El barro.
1… El sufrimiento
La Iglesia Ortodoxa ve el sufrimiento desde una perspectiva espiritual, basada en la vida, muerte y resurrección de Jesucristo.
A través de la Encarnación y su verdadera naturaleza humana, Cristo no fue exento del sufrimiento.
Sufrió voluntariamente para nuestra salvación. Pero la última palabra, no la tuvo la Cruz, sino que su Resurrección.
Paralelamente, estamos llamados a unirnos a los sufrimientos de Cristo, conscientes de que la aceptación del sufrimiento, como la Voluntad de Dios tiene una dimensión redentora, que nos conduce a la comunión con Dios, a la resurrección.
La Iglesia Ortodoxa enseña que, a pesar que el sufrimiento entró en el mundo como resultado del pecado original, cada sufrimiento individual no es consecuencia directa de un pecado específico.
En el caso del Ciego de nacimiento, su ceguera tenía un propósito redentor: mostrar la gloria de Dios.
En otros casos el sufrimiento puede ser un camino hacia la santificación.
No se glorifica el sufrimiento por sí mismo, pero aceptado con fe y humildad, puede purificar el alma acercándonos a Dios.
Similar a un árbol que se poda, para que pueda dar aún más frutos.
El sufrimiento “aceptado como la voluntad de Dios” conduce a un proceso de limpieza, purificación y crecimiento espiritual.
2… Cristo como la Luz
Cristo como la Luz del mundo…Juan 9:5… no es un atributo simbólico, sino profundamente místico y sacramental.
La Fiesta de la Transfiguración en el monte Tabor es crucial en esta mística ortodoxa.
Mt 17:2… “y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz.”.
La Luz del Tabor es llamada luz increada, no es una luz física ni una creación, sino la gloria divina de Cristo, su verdadera naturaleza.
Experimentar esta luz divina, es la cumbre de la vida cristiana, que muchos creyentes aspiran obtener, especialmente con la oración del corazón (oración de Jesús).
El proceso a la perfección espiritual tiene tres etapas:
purificación → iluminación → deificación.
Los Padres de la Iglesia vieron en el relato del Ciego de nacimiento, no solo un milagro físico, sino una metáfora espiritual…. aunque el hombre ciego recupera la vista, los fariseos, que ven físicamente, permanecen ciegos espiritualmente, por su orgullo y la ley sin amor.
Pero el Evangelio es claro: el verdadero ciego es el que cree ver y no se deja tocar por Cristo.
Tenemos que combatir la ceguera del alma para iluminar nuestra vida con la luz de Cristo.
Las liturgias ortodoxas están llenas de símbolos de LUZ: velas y lámparas.
La Pascua, se inicia con el llamado del sacerdote: “Venid, tomad luz de la Luz que no tiene ocaso” …. Cristo resucitado es la Luz triunfante sobre la oscuridad.
Los iconos ortodoxos no tienen sombras, porque están "iluminadas desde dentro", reflejando la Luz divina.
3… El barro
Un profundo símbolo relacionado con la creación del ser humano.
El ser humano creado del barro, paradójicamente es llamado a la gloria divina.
San Gregorio Nacianceno: “Soy una criatura de barro, pero he recibido el mandato de llegar a ser dios.”
En la teología ortodoxa, el barro no es un obstáculo para la santidad, sino su materia prima…. el hombre.
Los Santos Padres ven el barro como un símbolo del bautismo, porque Cristo re-crea al hombre con el agua del bautismo.
El gesto extraño de Jesús, de formar barro para la curación, no es casual.
Es una nueva creación; como en Génesis, donde Dios forma al hombre del polvo de la tierra; aquí Cristo, el nuevo Adán, modela una humanidad nueva.
Su saliva, símbolo de la Palabra de Dios que da vida, del aliento del Espíritu: se mezcla con la tierra, porque la humanidad solo se sana cuando es tocada por el Verbo de Dios.