Domingo de Todos los Santos Locales
El 6 de octubre (calendario juliano y gregoriano) recuerda nuestra Iglesia en España a los Santos locales españoles.
Cada país y continente tiene sus “familiarizados y conocidos” Santos, que compartieron circunstancias de vida, tierra, lengua, mentalidad y tradición.
Este icono oficial de los santos españoles, se encuentra en la iglesia ortodoxa rusa de Madrid.
España tiene muchos Santos que “ofrecer”.
Otros de los muchos Santos españoles (alfabéticamente) son:
San Agobardo de Cataluña, San Fulgencio de Cartagena, Santa Florentina de Cartagena, San Eugenio de Toledo, Santa Eulalia de Barcelona/Mérida, San Eulogio de Córdoba, San Eulogio de Lérida, Santa Felicitas y sus 7 hijos de Alicante, San Fructuoso de Tarragona, San Fructuoso de Bierzo y Toledo, San Genadio de Astorga, San Gregorio de Elvira, San Hermenegildo de Sevilla/Tarragona, San Ildefonso de Toledo/Zamora, Santa gran Mártir Julia de Mérida, San Julián de Toledo, Santa Laura de Córdoba, San Martín de Braga, Santa Polixenia y Xantipa de Tarragona, San Valero de Zaragoza, San Valerio de Bierzo, Santo diácono Mártir Vicente de Huesca/Valencia/ Zaragoza… y muchos otros.
San Leandro de Sevilla:
Nació en Cartagena, hacia el año 536-540, en una familia cristiana, de la cual surgieron cuatro santos: san Leandro, san Isidoro (su sucesor como Obispo de Sevilla), san Fulgencio (Obispo de Écija) y santa Florentina, abadesa de cuarenta conventos.
Todavía muy joven entró a un monasterio en Sevilla, se hizo monje y al fallecer el obispo de Sevilla, fue nombrado como sucesor.
Desde entonces Leandro se dedicó por completo a convertir a los heréticos arrianos visigodos que invadieron a España, y que negaban la divinidad del Hijo y su consubstancialidad con el Padre.
Fundó una escuela de ciencias sagradas y artes, que le sirvió como un instrumento para difundir la verdadera doctrina.
El rey Leovigildo ya moribundo, se dio cuenta del error que había hecho al desterrar a Leandro; así que ordenó que vuelva a España y le encomendó la educación de su hijo y futuro rey de España, Recaredo.
El nuevo rey Recaredo, aconsejado por Leandro convocó el Concilio III de Toledo en 589, en el que se rechazó la herejía arriana.
Logrando su meta, Leandro se dedica ahora a su alma… a la oración, a la penitencia y al ayuno.
Escribió muchos sermones, artículos teológicos y a su hermana Florentina - la abadesa de un convento - una norma para la vida monástica femenina: “La regla de San Alejandro”.
San Leandro entrega su alma en el año 602, después de sufrir muchas enfermedades, con paciencia y convicción que: “Dios, a las personas que quiere hacer llegar a mayor santidad, las hace sufrir más, para que ganen más premios en el cielo”.
Sus reliquias se encuentran en la catedral de Sevilla.
San Isidoro de Sevilla:
San Isidoro nació en torno al año 560. Casi 2 años después murieron sus padres, así quedando bajo el cuidado de su hermano mayor, san Leandro.
Al principio fue un estudiante poco dejado…. hasta tener una experiencia decisiva: Un día al sacar agua de un pozo vio que las suaves cuerdas habían hecho una grieta estrecha en la piedra. En ese momento fue consciente de que la constancia y la voluntad pueden ablandecer toda dureza. Empezó a estudiar intensivamente y progresó tanto en el estudio que al final fue considerado como la figura más importante de la patrística española.
Fue un escritor enciclopédico, muy leído en la edad media y Renacimiento. Todos los escritos históricos medievales de España estuvieron sustentados en las obras de este Santo.
Isidoro fue el obispo más popular y calificado de su tiempo; un buen predicador, de profunda humildad y caridad.
Uno de sus discípulos fue San Ildefonso de Toledo.
Influyó mucho en las reglas de la corte y en las eclesiásticas, especialmente con los concilios de Toledo. Convocó y presidió el IV y V Concilio de Toledo (633 y 636) y trabajó fervorosamente y con sabiduría por la fe verdadera.
Su principal preocupación como obispo fue conseguir el cumplimiento de la disciplina eclesiástica, la madurez espiritual e intelectual del clero español estableciendo colegios eclesiásticos… el prototipo de los futuros seminarios. San Isidoro promovió intensivamente la asimilación de los Visigodos, que ya llevaban dos siglos en España.
Entrega su alma en Sevilla en el año 636.
El VIII Concilio de Toledo (653) declaró sobre el santo: “El extraordinario doctor, el hombre más erudito de los últimos tiempos, el siempre nombrado con reverencia, Isidoro”.
San Osio de Córdoba:
Uno de los primeros problemas que tuvo que soportar fueron torturas y destierro durante la persecución de Diocleciano.
Como obispo y Padre de la Iglesia hispana, defendió intensivamente la herejía del arrianismo, que brotó en Egipto.
Osio fue enviado a Egipto por el emperador para mediar en las controversias entre Arrio y san Atanasio. Finalmente, en el Primer Concilio Ecuménico de Nicea, se puso fin a estas disputas, rechazando al arrianismo.
El santo convocó varios concilios; el más importante fue el Primer Concilio Ecuménico de Nicea el 325; en el que juega un papel importante como consejero del emperador Constantino I el Grande.
Su firma es la primera debajo de los actos del Concilio de Nicea de 325, y gracias a él se afirmó en la tradición ortodoxa el término “hipostático” … “la unión hipostática”; que significa una persona, que unifica las dos naturalezas.
Esta es la unión entre el hombre Jesús y el Verbo divino o Segunda persona de la Trinidad, con otras palabras: la unión de la naturaleza humana y la divina en la persona de Jesús.
Lamentablemente los sucesores de Constantino I el Grande, no siguen su fe: como consecuencia maltratan, persiguen y destierran al Patriarca de Alejandría San Atanasio el Grande y a muchos otros obispos, entre ellos Osio.
Murió, con 101 años, lejos de su tierra en 357.