Este Domingo, Iglesia ortodoxa nos invita a concentrar nuestra atención en los valores y últimas metas….. en una virtud que, si es sincera, nos abre la puerta al reino de los cielos:
Santa María Egipciaca (344-421), es el maravilloso ejemplo para recapacitar sobre este arrepentimiento en Cuaresma…. la auténtica conversión que cambió su vida.
La Iglesia encuentra en ella una imagen de verdadero arrepentimiento y una fuente de estímulo para aquéllos comprometidos en los esfuerzos espirituales.
Un corazón contrito, no es un simple arrepentimiento sin más cambio, sino toda una transformación interior, que hace posible que la gracia divina, cambie nuestras vidas.
La inmensa compasión de Dios no tiene límites; con el ejemplo del arrepentimiento del ladrón a la derecha de la Cruz del Señor, nos demuestra que nunca es tarde para que nuestro verdadero arrepentimiento sea escuchado y recompensado.
Vida de Santa María Egipciaca:
Entonces se sintió repentinamente liberada y pudo entrar a la iglesia. Allí veneró fervorosamente la Santa Cruz, y luego, volviendo ante la imagen de la Madre de Dios, le manifestó que estaba dispuesta a seguir el camino que ella le mostrase. Una voz le respondió desde lo alto: ”Si cruzas el Jordán, hallarás descanso”.
Durante los primeros diecisiete años, su ropa se convirtió en harapos, quemándose con el sol durante el día y tiritando de frío por la noche, alimentándose solo de hierbas y raíces silvestres.
Pero más que las pruebas físicas, tuvo que enfrentar los violentos ataques de las pasiones y el recuerdo de sus pecados, y arrojándose al suelo, le imploraba a la Madre de Dios que acudiese en su ayuda.
Protegida por Dios, que sólo desea que los pecadores vuelvan a él y vivan, arrancó todas las pasiones de su corazón mediante esta extraordinaria ascesis, y logró convertir la pasión carnal en una llama de amor divino que le permitió soportar el desierto con alegría, como si no estuviera en este mundo.
Su consternación y los ojos llenos de lágrimas, le impidieron al principio notar que había una inscripción hecha por la Santa en el suelo, que decía:
“Abba Zósimas, entierra aquí el cuerpo de la humilde María, dado que lo que es del polvo al polvo vuelve, después de haber orado por mí. Fallecí el primer día del mes de abril, la misma noche de la Pasión de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, después de haber participado de la Sagrada Eucaristía”.
Consolado en su dolor por haber averiguado el nombre de la santa, Zósimas se sorprendió al descubrir que ella, en pocas horas, había transitado una distancia de marcha que normalmente llevaría más de veinte días.
Después de haber tratado en vano de excavar la dura tierra con un palo, de repente vio a un león acercarse al cuerpo de María y lamer sus pies. Ante la orden del Anciano, la bestia hizo un hoyo con sus garras, en el que Zósimas devotamente colocó el cuerpo santo.