Domingo de San Juan "de la Escalera"
Nuestra iglesia ortodoxa nos sigue acompañando y reforzando en nuestro camino espiritual. Este domingo, el 4to Domingo de la Gran Cuaresma, se dedica al gran santo Juan Clímaco.
San Juan Clímaco o “de la Escalera” es un ejemplo de dos virtudes fundamentales para nuestra salvación:
la oración y el ayuno
Era tal la fama que tenían sus oraciones, que el mismo Papa San Gregorio le escribió pidiéndole que lo encomendara en sus oraciones y le envió colchones y camas para que pudiera hospedar a los peregrinos que iban a pedirle dirección espiritual.
El vínculo entre el ayuno y la oración, se basa a que el ser humano tiene alma y cuerpo. El hombre adora a Dios con todo su ser e igualmente peca con todo su ser; por lo tanto, alma y cuerpo requieren curación:
la oración es el “ayuno de la mente” y el ayuno es la “oración del cuerpo”.
En estas dos virtudes tiene que estar basada nuestra lucha para llegar a la resurrección, con ellas conseguimos las otras virtudes como obra del Espíritu Santo.
LA ORACIÓN…. es para San Juan Clímaco la fijación de la mente en la contemplación de Dios.
El enemigo de la oración nos roba la concentración, distrayéndonos con pensamientos terrenales. Quien realmente ora, sufre lucha constantemente para expulsar los pensamientos y permanecer en la oración.
La mente ayuna de dañosos pensamientos voluntariamente, y elige los buenos pensamientos.
EL AYUNO…. su finalidad es adquirir el dominio sobre nosotros mismos y dar el poder al alma para que no ceda a la tentación y al pecado.
Según san Serafín, el ayuno es un “medio indispensable” para obtener los frutos del Espíritu Santo”.
El ayuno sin esfuerzo es totalmente en vano, pero no se debe tomar como sufrimiento, sino como alegre victoria sobre la esclavitud de las pasiones de la carne.
El hombre que guarda su mente con la oración y su cuerpo con el ayuno, es como una casa de dónde han sido expulsados los demonios, quedó limpia y se convierte en una casa de Dios y un templo del Espíritu.
Si queremos llegar a la unión con Dios, tenemos que dominar nuestras pasiones, de otro modo nos convertimos en sus esclavos.
Juan Clímaco escribió, después de 40 años de vida eremítica a los pies del monte Sinaí, el libro: “la Escala Espiritual”, también llamado: “la Escalera al Paraíso” …. un guía espiritual sin igual. Juan describe el camino del monje (¿y por qué no de todo cristiano?) desde la renuncia al mundo hasta la perfección del amor. Es un camino de treinta peldaños, en memoria de los treinta años de la vida de Cristo; cada uno de los cuales está relacionado con el siguiente y esta “ascensión” se divide en tres fases: