Domingo de San Juan Clímaco
El 4to Domingo de la Gran Cuaresma (30/03/25) se dedica al gran Santo Juan Clímaco o San Juan de la "Escalera"
Nuestra iglesia ortodoxa nos sigue acompañando y reforzando en nuestro camino espiritual. En este cuarto domingo de Cuaresma, conmemoramos a san Juan Clímaco, un gran místico maestro espiritual y gran ejemplo con vida y obra en dos virtudes:
La Oración y el Ayuno
Era tal la fama que tenían sus oraciones, que el mismo Papa San Gregorio le escribió pidiéndole que lo encomendara en sus oraciones y le envió colchones y camas para que pudiera hospedar a los peregrinos que iban a pedirle dirección espiritual.
El vínculo entre el ayuno y la oración, se basa en la composición psico-somática del ser humano: nuestra alma y nuestro cuerpo. El hombre adora a Dios con todo su ser; e igualmente peca con alma y con cuerpo; por lo tanto alma y cuerpo requieren curación. Aquí actúan estos pilares de la vida espiritual:
la oración es el “ayuno de la mente” y el ayuno es la “oración del cuerpo”
En estas dos virtudes tiene que estar basada nuestra lucha para llegar a la resurrección, con ellas conseguimos las otras virtudes como obra del Espíritu Santo.
LA ORACIÓN…. es para San Juan Clímaco, “la familiaridad con Dios”. Es decir la fijación de la mente en la contemplación de Dios y de la Palabra divina. Por lo tanto, el enemigo de la oración son las multitudes de pensamientos que roban de la oración la serenidad y la permanencia en ella. Quien realmente ora, sufre internamente luchando para expulsar los pensamientos y permanecer en la oración. El ejercicio continuo de la oración nos conduce a un debilitamiento de los pensamientos terrenales y permite elevar nuestra oración. Esto es posible cuando la mente ayuna de algunos pensamientos voluntariamente, y elige los buenos pensamientos. Acordémonos de la poderosa y continua oración de Jesús (= oración del corazón), del domingo de San Gregorio Palamás: “SEÑOR JESUCRISTO, TEN PIEDAD DE MÍ”.
EL AYUNO…. su objetivo es adquirir dominio sobre uno mismo y dar el poder al alma para que no ceda a la tentación y al pecado. De acuerdo con San Serafín de Sarov, el ayuno es un “medio indispensable” para obtener los frutos del Espíritu Santo”. Es una lucha constante que conserva la memoria de Dios en nosotros y clava nuestro pensamiento en Él, así enfocando toda la atención en “el que viene”. El ayuno sin esfuerzo es totalmente en vano, pero nunca se debe tomar como sufrimiento, sino como alegre victoria sobre la esclavitud de las pasiones de la carne.
El hombre que guarda su mente con la oración y su cuerpo con el ayuno, es como una casa de dónde han sido expulsados los demonios, quedó limpia y se convierte en una casa de Dios y un templo del Espíritu…. según las Palabras del Señor, Mateos 17:21:
“… este género no sale sino por oración y ayuno”.
Tratemos de practicar este “power duo” de virtudes, conscientemente a partir de hoy.
San Juan Clímaco nos dejó un libro de carácter ascético-místico llamado la “La escala espiritual” = “La escala del paraíso” = “La Escalera Santa”….. la escalera de las virtudes que nos acercan a Cristo. De aquí que viene su nombre; “climax” significa escala en griego. Nos da orientaciones sobre la vida espiritual y la perfección cristiana. Se compone de 30 capítulos, que enseñan los treinta grados para ir subiendo en santidad hasta llegar a la perfección. El alma va subiendo los treinta escalones hasta alcanzar la unión íntima con Dios, hasta llegar a la “contemplación luminosa”.
“Cruzando el icono de izquierda a derecha se ve muy destacada una escalera de treinta peldaños con monjes que trepan por ella al paraíso.
Cada escalón corresponde a una virtud. Unos diablillos (siluetados en negro: alados, cornudos en forma espinosa y con cola canina) tratan de hacer tropezar a los que suben, ya sea tirándoles de una soga atada al cuello (posesión iniciada de algún vicio) ya sea acechándoles con flechas (tentación).
En el ángulo superior derecho – o sea al extremo alto de la escalera- se ve a Cristo en actitud de ir recibiendo a los que llegan, siendo el primero en llegar San Juan Clímaco, seguido por el arzobispo Antonio (según la inscripción que sobre él figura), en blanco y tamaño más grande, que tal vez sería el superior del monasterio cuando se escribió este icono.
En el otro ángulo se ve a un grupo de ángeles como dispuestos a recibir a los que llegan; y en el ángulo inferior derecho, a un grupo de monjes en actitud suplicante. Todos los monjes visten su manto, y San Juan Clímaco (que vuelve a aparecer en el icono) - con cabellera, barba blanca redondeada y “Gran Esquema”.
Saint John of the Ladder, pray for us!