No era común, en aquel tiempo, que un condenado a muerte tuviera una sepultura, lo máximo era en una fosa común. Por lo general, después de la muerte indigna de un condenado en la cruz, el cuerpo se dejaba colgado a la vista de todos, para que los buitres lo devoraran, de acuerdo con las leyes romanas.
Pero gracias a la interferencia, amor y fidelidad de José de Arimatea y Nicodemo, Jesús fue sepultado en un sepulcro nuevo. José de Arimatea era un discípulo en secreto de Jesús (Juan 19:38). Se atrevió ir a Poncio Pilato y reclamar el cuerpo de Jesús. Junto con Nicodemo, quién donó su nueva tumba para el entierro, prepararon el cuerpo para el entierro.
Quienes eran las Miróforas? Pues fueron las únicas mujeres que permanecieron fieles y con amor a Jesús; incluso durante los momentos más peligrosos de su pasión, estuvieron al pie de la Cruz en su crucifixión y muerte; le acompañaron en su entierro…. y se atrevieron ir a la madrugada del próximo día a ungir el cuerpo de Jesús con aceites aromáticos.
Los tres evangelios sinópticos citan dos o tres mujeres testigos de cada episodio de la Pasión y de la Resurrección de Jesús, pero María Magdalena es la única citada en los cuatro evangelios.
Según el Evangelio de san Lucas 24:9 las Miróforas….. “volviendo del sepulcro, dieron nuevas de todas estas cosas a los once, y a todos los demás” y describe también como Pedro corre hacia la tumba para comprobar por sí mismo.
Según san Juan, María está llorando frente al sepulcro y añade a san Lucas: “que el discípulo amado también lo hizo, dejando atrás a Pedro”.
Según san Marcos, la conversación de las mujeres caminantes al sepulcro, son palabras de mujer: “...Quién nos moverá la piedra de la entrada del Sepulcro?”
Sin embargo, estas mujeres no son “mujeres lloronas”. Según los escritos, estas mujeres se convierten en los primeros testigos de la Resurrección y, precisamente por eso, se ganan el título de “Apóstoles de los Apóstoles”;. Fue a través de estas mujeres que el anuncio de la Resurrección se propagó y por eso obtienen una referencia honorable en la Liturgia.
¿Quién muestra valor como el de las Miróforas o José de Arimatea y Nicodemo? Mientras otros se escondían o negaban a Jesús, ellas lo acompañaron hasta su último momento en la tumba.
José de Arimatea y Nicodemo, que anteriormente se entrevistaban con Jesús en secreto por miedo a los judíos y a lo que dirán los demás…. en este momento de fracaso, obedecen a su sentimiento de amor interno y de fidelidad hacia Jesús y tuvieron la valentía de ir donde Pilatos, pedir su cuerpo y enterrarlo en una tumba nueva!
Podemos ser todos, si no olvidamos los actos de caridad y amor al prójimo… no solamente del que esperamos “respuesta”. Las Miróforas tuvieron un acto de caridad con un “muerto”, sin esperar nada… pero esto les dio la vida eterna.
No nos olvidemos que miróforos son también los que preparan todo en las iglesias, que están pendientes de lo que falta, que traen flores frescas para poner en los iconos, que se abra antes de que comiencen los oficios, que muestran fidelidad al prójimo, que apoyan al sacerdote en su labor apostólica, etc.
El “aceite aromático” de hoy son nuestras buenas obras… el “difunto” es el prójimo.