Características de los Seis Salmos parte 2
Continuamos con la explicación de los últimos 3 Salmos de la serie.
Salmo 87
Señor, Dios de mi salvación, de día y de noche clamé delante de ti. Que llegue a ti mi oración, inclina tu oído a mi plegaria, porque se colmó mi alma de maldades y mi vida se acercó al infierno.
He sido contado con los que descienden a la fosa. He sido como hombre sin socorro, abandonado entre los muertos, así como los heridos que duermen en los sepulcros de quienes no te acuerdas ya más y son desechados de tu mano.
Me has puesto en una fosa profunda, en lugares tenebrosos y en sombra de muerte. Sobre mí se ha clavado tu furor y todas tus olas de ira has echado sobre mí.
Has alejado de mí a mis conocidos, me han convertido en un repugnante para ellos. Entregado fui y no me libraré, mis ojos han desfallecido de miseria.
A ti Señor, he clamado todo el día, he extendido hacia ti mis manos. ¿Acaso harás maravillas por los muertos o los médicos los resucitarán y te alabarán? ¿Acaso contará alguno en el sepulcro de tu misericordia y tu verdad en el mundo de los muertos? ¿Acaso serán conocidos en las tinieblas tus milagros y tu verdad en la tierra del olvido?
Mas yo, a ti clamo y mi oración madrugará ante ti. ¿Por qué Señor, desechas mi alma y apartas de mí tu rostro? Pobre soy yo y en sufrimientos estuve desde mi juventud. Me elevé, me humillé y desfallecí.
Sobre mí han pasado tus iras y tus olas me han conturbado. Me han rodeado como agua, me han dominado todo el día. Has alejado de mí al amigo, al cercano y a mis conocidos por causa de las pasiones. Señor, Dios de mi salvación, de día y de noche clamé delante de ti. Que llegue a ti mi oración, inclina tu oído a mi plegaria.
Este es el salmo más “triste”, no sólo de los Seis Salmos, sino que del completo salterio.
Los Santos Padres ven en este salmo el sentido mesiánico de la oración de Cristo a su Padre en Getsemaní, la muerte de Cristo y su descenso al hades, para salvar a los justos.
De día y de noche clamé delante de ti…. en su incesante grito de ayuda, sigue el hilo rojo “noche y día”, “oscuridad y luz”.
He sido contado con los que descienden a la fosa… con su vida David ya ha llegado “a las puertas de la muerte”, que puede ser social, pero también espiritual. La fosa es una palabra metafórica, de la muerte espiritual.
He sido como hombre sin socorro, abandonado entre los muertos… el salmo no menciona la muerte como resultado de culpa o pecado, pero sí como la cima del sufrimiento.
Me has puesto en una fosa profunda… el salmista sabe que está separado de Dios, pero confía que todavía está bajo su protección. Esta “separación” no le significa libertad, sino el miedo de perder la protección divina, que significaría la muerte espiritual. La expresión “pozo” significa muerte y sepulcro.
Sobre mí se ha clavado tu furor …
Has alejado de mí a mis conocidos…
Son algunas de las quejas, que han conducido al salmista a la muerte social y a la desesperación.
¿Acaso harás maravillas por los muertos…
¿Acaso contará alguno en el sepulcro de tu misericordia… ¿Acaso serán conocidos en las tinieblas tus milagros… son preguntas muy atrevidas, como si el salmista quisiera argumentar, que su muerte no traerá ninguna ventaja a Dios, al contrario: Dios perdería un fiel.
Mas yo, a ti clamo y mi oración madrugará ante ti… finalmente el salmista razona y llega a la conclusión que sólo Dios lo saca de la miseria.
¿Por qué Señor, desechas mi alma y apartas de mí tu rostro?... sigue “reclamando” el comportamiento de Dios, siente la ira de Dios sobre sí mismo y no acepta tan fácil la miseria que está pasando.
El salmista siente que Dios ha cambiado: antes disfrutaba de la bondad de Dios, ahora Dios lo ha abandonado…. que sufrimiento.
Los Santos Padres ven en el sufrimiento y tristeza un instrumento de Dios para limpiar nuestra alma y practicar la humildad.
El salmista ya no pide liberación, ni gozos, sino sólo que Dios “no aparte su rostro”.
Salmo 102
Bendice alma mía al Señor y todo mi ser a su santo Nombre.
Bendice alma mía al Señor y no olvides todos sus beneficios.
El que perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias.
El que redime tu vida de la corrupción, el que te corona de misericordia y de gracia.
Él colma de bienes tu deseo y renueva tu juventud como la del águila.
El Señor hace misericordias y justicia a todos los oprimidos.
Hizo conocer sus caminos a Moisés y sus deseos a los hijos de Israel.
Generoso y misericordioso es el Señor, lento en la ira y de gran misericordia.
No se enoja para siempre, ni se enfurece eternamente.
No nos trató según nuestros pecados, ni nos recompensó según nuestras injusticias.
Porque cuan alto está el cielo sobre la tierra, así ha fortalecido el Señor su misericordia sobre los que le temen.
Cuan dista el oriente de occidente, así ha alejado de nosotros nuestras culpas.
Así como se apiada un padre de sus hijos, así el Señor se apiada de los que le temen.
Porqué Él conoce nuestra condición, recuerda que somos polvo.
Los días del hombre son como la hierba, florece como la flor del campo.
Pasa el viento, perece y su lugar no lo conocerá más.
Más la misericordia del Señor está por los siglos de los siglos sobre los que le temen; y su verdad sobre los hijos de los hijos, que guardan su alianza y se acuerdan de sus mandamientos para cumplirlos.
El Señor ha preparado su trono en el cielo y su reino domina sobre todos.
Bendecid al Señor todos sus ángeles, poderosos en fuerza, ejecutores de su orden en cuanto oyen la voz de sus palabras.
Bendecid al Señor todas sus Potencias y sus servidores, que cumplen su voluntad. Bendecid al Señor todas sus obras.
En todo lugar de su señorío, bendice alma mía al Señor. 2x
Al contrario del salmo anterior, este salmo es el más “gozoso” entre los Seis Salmos, la cumbre de las montañas de alabanza.
Es un cántico de acción de gracias a Dios por la liberación de la esclavitud de Babilonia.
San Atanasio de Alejandría escribe: “Este salmo enseña al nuevo pueblo pagano a cantar canciones a Dios, el gran benefactor. Estas bendiciones son la eliminación del pecado y la gloria de la Resurrección”
Bendice alma mía al Señor... David dialoga con si mismo para estimular su corazón a bendecir al Señor. Lo hace con paz en un alma reconciliada con Dios.
Menciona algunas gracias, que el Espíritu Santo promete a una persona piadosa, posiblemente a él mismo:
*El que perdona... que es unos de los dones más necesitados y lo tenemos en el sacramento del arrepentimiento = la confesión.
*Sana todas tus dolencias... sanando enfermedades corporales y espirituales, como en los muchos milagros de Cristo. Si la causa = el pecado desaparece, desaparece también su consecuencia.
*Redime tu vida de la corrupción... de la muerte espiritual y eterna.
El perdón y la sanación no tendrían significado alguno, si Dios no redime.
*Te corona de misericordia y de gracia... que son la cumbre después del perdón, sanación y remisión. Dios no hace nada a medias.
*Colma de bienes tu deseo... se refiere a una recompensa abundante, siempre de acuerdo a la beneficencia del alma.
*Renueva tu juventud como la del águila... el águila tiene una inagotable fuerza, es el más valiente, más volador y más grandioso de todas las aves.
David recibió esta fuerza y su juventud se renovó. Por esta razón algunos estudiosos, relacionan la mención del águila con la renovación de su plumaje.
Los Santos Padres ven en este salmo una indicación de la futura resurrección de los muertos, el don de un nuevo cuerpo incorruptible al hombre y la renovación del alma en el sacramento del bautismo.
San Eusebio ve, al comparar el alma humana con un águila, como una indicación de “la vida futura en su extrema luz”, que “puede mirar abiertamente la luz del sol”, como el águila.
Mientras que en el salmo anterior David se sentía “abandonado entre los muertos”, aquí se eleva como un águila.
No nos trató según nuestros pecados... gracias a su misericordia y paciencia con nosotros; lo contrario sería nuestra perdición. Este es un argumento grande para que David alabe a Dios; que nos ha dado toda una vida como período de arrepentimiento.
Cuan alto está el cielo sobre la tierra...
Cuan dista el oriente de occidente... aquí tenemos dos extremos que no se pueden medir. Como estas extensiones infinitas, así es su misericordia y así aleja nuestras culpas.
Pero el don de toda esta gracia tiene una condición: “para los que le temen”. Como está escrito en Proverbios: “El principio de la sabiduría es el temor de Dios”.
Así como se apiada un padre de sus hijos... Se repite la condición: “para los que le temen”.
La comparación de padre e hijo es muy rara en el Antiguo Testamento... esta estrecha relación con un Dios de amor y ternura, como Padre, es conocida por primera vez a través de Jesucristo.
Los días del hombre son como la hierba, florece como la flor del campo. Pasa el viento, perece y su lugar no lo conocerá más... un soplo de aire hace desaparecer la vida; que corto es este esplendor humano.
Cuando presentamos dones como “koliva” para el servicio memorial de los difuntos, se enciende una vela sobre estos dones. Al terminar el servicio, el sacerdote coge la vela y la apaga... simbolizando el soplo que nos hace desaparecer la vida terrenal como la hierba.
Más la misericordia del Señor está por los siglos de los siglos sobre los que le temen...
Guardan su alianza y cumplen sus mandamientos... se vuelve a repetir la condición para recibir la gracia del Señor: “para los que le temen”, añadiendo dos condiciones más.
En todo lugar de su señorío, bendice alma mía al Señor... David empieza y termina el salmo alabando al Señor.
Es tanto lo que siente, que está motivado a invitar a toda la creación a participar en su alabanza.
En los Seis Salmos, es esta la frase que se repite.
Salmo 142
Señor oye mi oración, atiende a mi súplica en tu verdad; escúchame por tu justicia y no entres en juicio con tu siervo, porque ningún ser humano será justificado ante ti.
Porque el enemigo persiguió mi alma, y humilló mi vida en tierra. Me ha hecho habitar en tinieblas, como a los muertos de eternidad.
Mi espíritu está sin ánimo y perturbado está mi corazón. Me acordé de los días pasados, y medité sobre todas tus obras; sobre los hechos de tus manos reflexionaba.
He alzado mis manos hacia ti; mi alma es como tierra sin agua delante de ti. Óyeme pronto Señor, mi espíritu ha desfallecido.
No apartes tu rostro de mí, que no sea semejante a los que descienden a la fosa.
Hazme oír en la madrugada tu misericordia porque en ti he puesto mi esperanza.
Dime Señor por cual camino iré, pues hacia ti he elevado mi alma.
Líbrame de mis enemigos Señor, porque en ti me refugio.
Enséñame a hacer tu voluntad porque Tú eres mi Dios, tu buen Espíritu me guíe por tierra llana.
Por tu nombre Señor, vivifícame; por tu justicia saca mi alma de la angustia.
Por tu misericordia destruirás a mis enemigos y perecerán todos los que persiguen mi alma, porque soy tu siervo.
Escúchame Señor por tu justicia y no entres en juicio con tu siervo. 2x.
Tu buen Espíritu me guíe por tierra llana.
Terminan los Seis Salmos con uno “triste”, David es nuevamente atacado por sus enemigos; pero igual como en el salmo 3, pone su esperanza en la fuerza divina y no en la debilidad humana.
El tema mesiánico de este salmo es la persecución de Cristo, su pasión, muerte en la cruz y posición en la tumba.
Escúchame por tu justicia y no entres en juicio con tu siervo… Porque ningún ser humano será justificado ante ti…una contradicción como con Job: pide ser escuchado delante del tribunal supremo, pero al mismo tiempo teme el juicio.
Esta petición se repite en este salmo.
Mientras vivimos “calculamos” con la misericordia de Dios. En el Juicio Final, sólo por nuestras obras seremos justificados. ¿Qué ser humano no teme este Juicio?
Porque el enemigo persiguió mi alma…
Humilló mi vida…
Me ha hecho habitar en tinieblas, como a los muertos… David se queja del enemigo. Le preocupa el ataque del alma y no del cuerpo. Se siente humillado y en tinieblas, ya que, por la persecución de Saúl, David tuvo que esconderse en cuevas y sólo por la noche se atrevía a salir.
Mi espíritu está sin ánimo y perturbado está mi corazón… David sufría en mente y corazón el ataque injusto de sus enemigos. Aquí vemos una profecía mesiánica de Cristo en Getsemaní hasta su Crucifixión.
No apartes tu rostro de mí, que no sea semejante a los que descienden a la fosa… La comunión con Dios (ver el rostro) es tan importante para David, que la privación de ella le hace sentir como si cayera a la fosa = “a las puertas de la muerte”.
Los Santos Padres interpretan este versículo como “la voz de Cristo a Dios Padre durante la pasión”.
Hazme oír en la madrugada tu misericordia… siguiendo el hilo rojo: el alma después del final de la noche y de la oscuridad, espera la luz de la mañana y el amanecer del día para comunicarse con Dios.
Según San Atanasio de Alejandría: la mañana es el momento de la Resurrección del Salvador.
Dime Señor por cual camino iré, pues hacia ti he elevado mi alma… David se asume a la voluntad del Señor y al Espíritu, que nos guía.
Según San Atanasio de Alejandría: es Cristo con las enseñanzas del Evangelio, quien nos mostró el camino que debemos seguir. Él es el “camino”.
Líbrame de mis enemigos Señor, porque en ti me refugio… como dice el refrán: no hay mal que por bien no venga.
El resultado de las persecuciones que sufrió David, fue que lo hizo buscar refugio en el Señor.
Enséñame a hacer tu voluntad porque Tú eres mi Dios, tu buen Espíritu me guíe por tierra llana… la guía de Dios por camino sin obstáculos y tentaciones es tan importante, que este pedido se repite en el salmo.
Según San Basilio el Grande: la gracia del Espíritu Santo “no se adquiere, sino que se encuentra en su misma naturaleza”. Y la “tierra llana”, en la que entran los justos por la gracia del Espíritu Santo, es el Reino de los Cielos. Así, este salmo en forma oculta habla de la Santísima Trinidad.
Por tu misericordia destruirás a mis enemigos y perecerán todos los que persiguen mi alma… Cuando David oró contra sus enemigos, él no estaba en contra de la ley del Antiguo Testamento.
Con la enseñanza del amor y el Nuevo Testamento, sólo podemos aplicar estas palabras en un sentido espiritual. Normalmente el enemigo simboliza al diablo.